Dieta consciente

Durante la pandemia tuve la oportunidad de visionar su anterior largometraje, 'Little Joe' (2019), una delicada metáfora cargada de una sibilina intencionalidad para hablar del abrumador desafecto del ser humano actual. Esta mirada casi aterradora y discurso desalentador compuesto por un dispositivo visual delicado se mantiene en Club Zero pero bajo un registro más cañero y desasosegante si cabe. La acción transcurre en un colegio privado para clases pudientes. Una institución que se propone cumplir con las expectativas y aumentar las capacidades de los alumnos. El consejo de padres contrata a una rígida nutricionista, Kovak (Mia Wasikowska), para que implante la alimentación consciente y eleve a través de la comida el espíritu competitivo de los internos.

La metodología de la experta en dietas se basa en consumir menos y preservar la naturaleza. Se trata de cambiar el metabolismo y que la autofagia haga su trabajo. De esta manera el cuerpo ejerce su función de autolimpieza y la persona se sentirá menos dependiente de la ingesta de viandas. La película, audaz, seca, de lenguaje árido, muestra una alegoría cercana a la distopía que entre otras digresiones apunta a la alimentación con componentes industriales y procesados como motivo del elevado número de muertes entre los jóvenes. Los estudiantes siguen las estrictas dietas impuestas por Kovak con devoción. Los resultados son irregulares y los padres muestran su malestar y preocupación. La perfección tendrá que esperar. La pieza no deja indiferente. Es original, no exenta de denuncia, y pone el foco en nuestra forma de producir y consumir alimentos que dice ser muy perjudicial para nuestra especie.