Charada musical

Con guion y dirección del carismático autor finlandés la pieza nos lleva en clave de road movie a una serie de secuencias estrafalarias siguiendo los pasos artísticos de un bufonesco grupo musical ruso varado en el desierto de México que debe moverse a Nueva York para atender un contrato.

Kaurismäki diseña una aventura carnavalera muy próxima a una chirigota gaditana con personajes extravagantes e icónicos por su tupé kilométrico y botas de punta interminable. La llamativa indumentaria y las surrealistas actuaciones de la pétrea banda genera un poder de atracción desenfadado coronado por la interpretación de un temario de canciones que incluye éxitos del pop como Ríos de Babilonia de Boney M.

El argumento es alucinante y de humor seco. Las ocurrencias pautadas con ritmo se articulan con un maridaje de parámetros resueltos con estilo minimalista. De esta manera vemos momentos hilarantes como la cómica entrada ilegal de los músicos en los EE UU que armoniza con ingredientes sui géneris del thriller de espías cuyo punto álgido es el robo de la nariz de la Estatua de la Libertad. Este último toque satírico permite la incorporación de un agente secreto de la CIA cuya destreza está a la altura de la burla perpetrada por el cineasta en toda la extravagante trama.

Genial barrabasada, repleta de instantes antológicos que funcionan como una farsa libérrima que finalizada con un giro bíblico descacharrante.