El caso es que entré en el supermercado habitual para hacer la compra de la semana y me encontré vacías las estanterías correspondientes a los productos lácteos más comunes. Totalmente vacías. Justamente ese mediodía en el telediario se daba la noticia y se mostraban varias ... tiendas con las repisas desabastecidas de leche. La reponedora se hacía cruces tratando de explicarme lo incomprensible de la situación. Alegaba que allí estaban llegando regularmente los alimentos, y no entendía por qué la gente vaciaba las estanterías de ese lácteo «como si no hubiese un mañana». Como colofón añadía: «¡Esto es la leche, es que somos la leche!» Yo pensaba que mis temores al escuchar y ver la noticia se habían cumplido. Una vez anunciada la escasez del alimento —algo similar a lo que ocurrió con el acopio de papel higiénico, y que hasta el día de hoy, yo al menos, no he sabido el fundamento— la gente, la masa entra en pánico y hace realidad la noticia, es la profecía autocumplida. Es decir, si las noticias auguraban un desabastecimiento de cualquier tipo de producto, la conducta de comprar compulsivamente ese producto «porque va a terminar, porque no vamos a poder comprar más, porque se acaba y cuando volveremos a tener, etc.», hace que realmente el producto escasee considerablemente.

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La profecía autocumplida, en psicología es un sesgo (una desviación, un falseo) en la percepción que nos lleva a anticipar hechos y sus consecuencias antes de que ocurran, y además lo hacemos con plena seguridad. El sociólogo estadounidense Robert King Merton profundizó en otros estudios y en la sociología del conocimiento y planteó el siguiente teorema: «Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias». Es decir, que las personas respondemos a la percepción, a la interpretación que le damos a una situación y no a su realidad objetiva, y esto influye totalmente en nuestras conductas con respecto a dicha situación.

Generalmente las profecías autocumplidas, son, como se diría familiarmente, agoreras, o sea, percepciones sobre cosas negativas que dan lugar a hechos negativos. «Se va a acabar la leche, nos proveemos de cantidades tremendas de leche y damos lugar a que la profecía se cumpla: no hay leche».

Por ello, me encantaría que los medios de comunicación anunciasen que se acaba el sentido común, la empatía, la solidaridad, las relaciones amorosas, la amistad, la convivencia pacífica. De modo que la gente, las masas, todos nos fuéramos pitando a llenar nuestras cabezas y nuestras vidas de cuestiones tan saludables e imprescindibles como las citadas y otras similares. Así tendríamos que gastar ese acopio descomunal de salud mental y podríamos vivir y convivir y hasta ser felices.

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