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El caso es que entré en el supermercado habitual para hacer la compra de la semana y me encontré vacías las estanterías correspondientes a los productos lácteos más comunes. Totalmente vacías. Justamente ese mediodía en el telediario se daba la noticia y se mostraban varias ... tiendas con las repisas desabastecidas de leche. La reponedora se hacía cruces tratando de explicarme lo incomprensible de la situación. Alegaba que allí estaban llegando regularmente los alimentos, y no entendía por qué la gente vaciaba las estanterías de ese lácteo «como si no hubiese un mañana». Como colofón añadía: «¡Esto es la leche, es que somos la leche!» Yo pensaba que mis temores al escuchar y ver la noticia se habían cumplido. Una vez anunciada la escasez del alimento —algo similar a lo que ocurrió con el acopio de papel higiénico, y que hasta el día de hoy, yo al menos, no he sabido el fundamento— la gente, la masa entra en pánico y hace realidad la noticia, es la profecía autocumplida. Es decir, si las noticias auguraban un desabastecimiento de cualquier tipo de producto, la conducta de comprar compulsivamente ese producto «porque va a terminar, porque no vamos a poder comprar más, porque se acaba y cuando volveremos a tener, etc.», hace que realmente el producto escasee considerablemente.

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larioja ¡Es la leche!