Exhumación en el cementerio de Torrero (Zaragoza) en 1979. Instituto Navarro de la Memoria

La larga vuelta a casa de veintinueve alcanadreses

Ninguno de los vecinos fue asesinado en la localidad y sus familias tardaron 43 años en recuperar sus restos

J. Sainz

Logroño

Sábado, 27 de abril 2024, 20:26

Cada nombre es importante: Protasio y Román Aguirre Espinosa (18 y 25 años), Gil Barco Díez (60), Saturnino Cuadrado Blanco (30), Antonio Díaz Rodríguez (35), Juan Fernández Encina (29), Crispín Fernández Royo (26), Emilio Gamarra Tubía (24), Pedro Ibáñez Rodríguez (19), Francisco 'Pinela' Jiménez ... Rodríguez (25), Amancio e Isaías Martínez Abeyjón (45 y 40), Vicente Martínez Cordón (21), Ángel Martínez Rodríguez (17), Agustín Martínez Royo (45), Benito, Cándido y Félix Mateo Gumiel (33, 29 y 32 años), Santos Mateo Rueda (32), Benedicto Pascual López (35), Santiago Pascual Rodrigo (35), Juan Manuel Pascual San Juan (37), Victoriano Rodríguez Royo (41), Francisco Roldán Miguel (24), Román Royo Pascual 'Cañamón' (42), Ángel Ruiz Fernández (28), Baltasar Rupérez Salas (32), Eliseo Salas Antón (31) y Evaristo Yerros González (37).

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Son los veintinueve vecinos de Alcanadre asesinados a raíz de la represión franquista, la mayoría en 1936. La localidad riojabajeña, como toda la ribera del Ebro, fue una de las zonas más castigadas por la ola de furia y rencor que se desencadenó en la retaguardia de los sublevados al inicio de la Guerra Civil. A ninguno de ellos los mataron en el pueblo sino en pueblos vecinos, sobre todo, o en Zaragoza.

A Protasio, apenas un muchacho, lo asesinaron en Lácar (Navarra). Como le faltaba una pierna por un accidente en la bodega, sus restos serían más fáciles de identificar que los de otros. A él y a su hermano mayor Román los mataron el fatídico 8 de septiembre, junto a otros muchos, ocho del pueblo en total, entre ellos los también hermanos Benito y Cándido Mateo Gumiel. Félix, el tercero, murió al día siguiente en Oteiza. En dos días, Isabel Gumiel perdió a tres hijos y más adelante a un cuarto, Rodrigo, que cayó en Santander después de 'pasarse' al bando republicano. Ella misma estuvo detenida en Alfaro por ser familiar de desertor.

Antes, el 31 de agosto, otros ocho alcanadreses fueron fusilados en Pradejón. Uno más en Ausejo. Y cinco lo serían en octubre en Zaragoza, en la matanza del Tercio Sanjurjo. Se trataba de una bandera de la Legión que el ejército franquista formó para reforzar el frente de Aragón incorporando forzosamente a vecinos de localidades de provincias limítrofes. En octubre, sin haber llegado a combatir, ante las sospechas por su pasado político, cientos de ellos fueron fusilados en Zaragoza. Al menos treinta y uno eran riojanos.

A Francisco Francisco 'Pinela' lo mataron un año después, el 28 de octubre de 1937, en el penal del Dueso, en Santoña (Cantabria). Y Antonio Díaz, que estuvo en la Legión y se pasó al bando republicano, perteneció a la Resistencia francesa y estuvo preso en los campos de Stalag y Mauthausen, murió en el de Gusen en enero del 41.

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De todos ellos, el primero en morir fue su alcalde, Agustín, asesinado en Tudelilla el 14 de agosto de 1936, enterrado en Ausejo y exhumado de debajo de un almendro. Las exhumaciones llevadas a cabo en el cementerio zaragozano de Torrero en 1979 permitieron recuperar restos a familiares de víctimas de una veintena de localidades de Navarra y La Rioja y realizar otras muchas. El 18 de marzo de ese año –cuentan las crónicas– Alcanadre se echó a la calle: «Hace cuarenta y tres años, de esta plaza fueron arrebatados vilmente vuestros esposos, padres, hijos, hermanos». Ese día volvieron a casa. Desde entonces, un panteón con sus nombres los acoge en el cementerio.

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