No quiso desaprovechar el Teatro Principal de Logroño -que en 1901 pasó a denominarse Teatro Bretón de los Herreros- la posibilidad que brindaban los hermanos Lumière de proyectar en su sala las primeras películas de la historia. Y no es que La Rioja, ni España ... en general, estuviera para muchas fiestas en aquel desapacible noviembre de 1896.
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La guerra se enconaba cada vez más en Cuba y Filipinas, los crímenes en la provincia eran el pan nuestro de cada día y la filoxera ya rondaba el valle del Ebro, si bien aún no había contaminado las viñas riojanas.
El 16 de noviembre, bajo el título de 'Teatros', el crítico del periódico LA RIOJA, 'Fray-Cirilo', informaba de que la Compañía de Bosch estaba ultimando los ensayos de la ópera 'La Dolores', del maestro Tomás Bretón. No obstante, al final del mismo artículo, el periodista Zoilo Zorzano y Gómez -nombre real de 'Fray-Cirilo'- deslizaba una noticia que, con el paso del tiempo, se convirtió en histórica:
«Es posible que en breve, si se arreglan las condiciones con el empresario del teatro, podamos ver en Logroño un espectáculo nuevo y recientemente descubierto. Nos referimos al cinematógrafo -que muchos denominaban 'kinematógrafo'-, o sea la fotografía en movimiento, en virtud del cual puede reproducirse de un modo perfecto a la vista, las evoluciones de un ejército, la marcha de un tren, una escena de baile, etc... Mucho nos complacerá que los entendidos señores que llevan el curioso invento, por ellos perfeccionado, encuentren facilidades para darnos a conocer su aparato, que seguramente llamará la atención, particularmente entre las personas cultas y aficionadas a los adelantos de la ciencia».
El 13 de febrero de 1895 Auguste y Louis Lumière habían patentado el cinematógrafo y rodado su primera película: 'La sortie des ouvriers des usines Lumière à Lyon Monplaisir' (Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir). El 22 de marzo de ese mismo año el filme era proyectado en la Société d'Encouragement à l'Industrie Nacional de París.
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El plazo la llegada del 'kinematógrafo' a Logroño fue más breve, incluso, de lo que estimada 'Fray-Cirilo', pues el Teatro Principal anunció la primicia para el día 17. Sin embargo, los elementos iban a ser adversos. «La lluvia anegó al menos la mitad del programa previsto -explica el escritor y profesor de la Universidad de La Rioja Bernardo Sánchez Salas-, por lo que 'Fray-Cirilo' cuenta en su crónica del miércoles 18 que los espectadores tuvieron que regresar a sus casas porque la fuerte crecida del Ebro impidió que pudiera generarse luz eléctrica, si bien la empresa prometía suministrar luz para la noche siguiente, ya que la crecida del río estaba remitiendo».
Tanto en su libro 'Del cinematógrafo al cinemascope' como en un artículo para la revista Berceo titulado 'Lo que vio y oyó 'Fray-Cirilo'', el profesor Sánchez Salas destaca la importante y decisiva labor informativa realizada por el periodista Zoilo Zorzano, 'Fray-Cirilo', sin cuyas descriptivas crónicas muy poco se hubiera sabido de la primera proyección de cine en Logroño.
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En el artículo publicado en LA RIOJA al día siguiente del estreno (18 de noviembre), resaltaba el crítico logroñés que «con el cinematógrafo, vimos anoche reproducido el humo y los vapores de una fragua, el salpicar del agua, los movimientos más naturales del hombre, el rodar de los carruajes, la entrada en la estación de un expreso a todo vapor que se detiene repentinamente obedeciendo a los frenos automáticos, las faenas de la siega, los cambiantes colores en la danza serpentina y todo cuanto ofrece la naturaleza en sus vastísimas manifestaciones».
Era evidente que Zoilo Zorzano se mostró partidario desde el primer momento del nuevo espectáculo que acababa de nacer: «Hizo pasar un buen rato a los aficionados a las investigaciones científicas, que sentían al propio tiempo la sensación del placer y el dolor de la brevedad con que forzosamente hay que presentar las fotografías animadas. Realizado el invento, hay derecho a esperar en breve un nuevo espectáculo que consistirá en reproducir en provincias y pueblos lejanos lo más saliente de la vida del gran mundo», escribió esa misma semana.
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Explica Bernardo Sánchez que «aunque en 1896 contaba el Principal con una iluminación suficiente para alumbrar el escenario de la zarzuela, debía resultar escasa para la proyección eléctrica requerida por el kinematógrafo. Durante unos años, seguramente convivieron en el Principal el gas y la electricidad, hasta que tras las reformas ejecutadas en 1901, reabriera sus puertas el teatro en enero de 1902 alumbrado ya exclusivamente mediante una instalación eléctrica».
Además de en el Principal, las sesiones de cine siguieron celebrándose en barracas de feria, con motivo de las fiestas, aunque el primer cine estable no llegó a Logroño hasta el año 1912. Fue el cine Doré, en la calle Once de Junio.
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