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La película de apertura y la de clausura de un festival panorámico, no sujeto a ningún género, cuya tarea recae en las manos del programador, es un aspecto que hay que cuidar mucho para comenzar con buen pie y finalizar a lo grande. En Actual ... 2025 las dos piezas que abren y cierran son francesas y hablan de lo mismo pero con tratamiento distinto.
Las dos se presentaron en el festival de San Sebastián y se sumaron a otros títulos que tenían la muerte como palanca para la ficción. La enfermedad terminal o la gestión del adiós a nuestros seres queridos articularon una parte significativa.
El fatalismo de la premisa no es un epitafio desgarrador sino una cuestión ineludible para elaborar un par de historias que consiguieron paradójicamente arrancarnos sonrisas y lágrimas. En este sentido, el Bretón se estrena con el pase de 'Por todo lo alto' (2024), de Emmanuel Courcol, una conmovedora propuesta que consiguió el premio del público en el certamen donostiarra. En este caso el aval soberano de los espectadores es elocuente. Apreciaron una idea destinada a calar en los corazones. Un guion sencillo y transparente, que aborda asuntos humanos y personajes a los que quieres, facilita la identificación. Un viejo truco bien hecho.
La película cuenta la contrariedad de Thibaut (Benjamín Lavemhe), un exitoso director de orquesta a quien le detectan un grave problema de salud corregible con un trasplante. Su hermana no es compatible pero se entera que tiene una hermano adoptado, Jimmy (Pierre Lottin), al que no conoce.
Thibaut y Jimmy son seres que orbitan en estatus diferentes. Sin embargo coinciden en su pasión por la música. Un eslabón que les une. El primero desde la fama y el segundo desde la modestia. Dos conceptos que chocan y que encontrarán su armonía no sin las vicisitudes, contratiempos y malentendidos de manual, en un tono agridulce, que funciona de maravilla en la película.
Entre los productores figura la firma de Robert Guédiguian. Por lo tanto una de las subtramas del largometraje tiene componente social y político. No podía ser de otra manera si Guédiguian está en el proyecto. Es como el británico Ken Loach, al combate. Y gira en torno a los problemas laborales, los despidos de obreros de una empresa a punto de ser trasladada y cómo la solidaridad es capaz de hacer frente común ante las injusticias del mercado y la depredación capitalista. La música es el himno escogido para unir a dos hermanastros y elevar la voz de la dignidad de los nadie. Hay protesta y secreción lagrimal.
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