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De vuelta en casa. El actor riojano Javier Cámara (Albelda de Iregua, 1967), uno de los más populares y queridos, sobre todo por su trabajo en cine y televisión, ha regresado al teatro al cabo de doce años con 'Los farsantes', una comedia de ... Pablo Remón. Junto a Marina Salas, Nuria Mencía y Francesco Carril, regresa también al Bretón (jueves y viernes, a las 20 h.) con dos llenos absolutos.
– ¿Por qué ha tardado tanto en volver al teatro?
– No es ninguna tragedia. Si hubiese estado quieto en mi casa sin hacer nada, aún, pero es que no he parado. Y el teatro necesita su tiempo.
– ¿Qué fue lo último que hizo?
– 'Realidad', de Tom Stoppard, en el Teatro Español.
– ¿Cómo se siente de vuelta?
– Muy bien. Me siento en casa; y estos días, más que nunca. Es como si hubiese vuelto al redil. Salí de La Rioja queriendo hacer teatro. Luego vinieron el cine y la televisión, pero yo entonces quería ser actor de teatro. Me fui pensando en eso y aquí estoy de vuelta treinta años después.
– Es especial trabajar en Logroño y en el Bretón, claro.
– Van a ser dos funciones preciosas, como lo son todas, pero llenas de emoción porque estarán mi madre, mi familia, mis amigos, mis profesores... y todo el buen público de teatro de Logroño.
– No es frecuente: dos días de función y dos llenos absolutos.
– Eso, que el teatro no se llena solo de amigos. Es un placer y vamos a intentar hacerlo bien.
– La función tendrá su atractivo, pero quien llena el teatro es Javier Cámara.
– Bueno... Los cuatro actores son preciosos y el texto es de Pablo Remón, que es Premio Nacional de Dramaturgia... Los espectadores saben leer las carteleras. La función ha sido un éxito en Madrid y ha sido muy bien acogida durante la gira por público y crítica. Vamos todos con muchas ganas.
– Y supongo que muy en forma porque es una función muy exigente: dos horas y media.
– No es muy habitual. Además somos cuatro actores y hacemos veintitantos personajes. No paramos. Es una yincana emocional. Tiene más forma de novela que de obra de teatro, con capítulos que parece que no tienen que ver entre sí y hacen que el espectador tenga que ponerse a trabajar, a unirlos y encontrar lo que le emociona o le divierte. Es una función muy curiosa. Pablo Remón siempre sorprende de alguna manera.
DE VUELTA EN CASA
– Estrenaron con Bárbara Lennie, pero aquí llega con Marina Salas. ¿Cuánto cambia una función según quien la interprete?
– Bárbara tuvo que dejarlo y la sustituyó Marina. Las dos son maravillosas. Marina hace un trabajo muy sutil y muy bonito. La función es la misma pero algo cambia, es verdad, porque cada intérprete nos llevamos los personajes a nuestro terreno.
– 'Los farsantes' trata sobre su oficio, pero los actores no son farsantes, ¿o un poco sí?
– ¿En que acepción lo preguntas?
– En la peyorativa, por supuesto.
– Ya, alguien que engaña o no dice lo que piensa, ¿no? En esa acepción estamos todos. Pero en la otra también: todos interpretamos y todos mentimos. Todos tenemos que mentirnos para seguir viviendo, todos tenemos que renunciar, todos tenemos que aprender a caminar con máscara y sin ella... Yo qué sé, tienes que aprender que igual tus éxitos y tus fracasos no lo son tanto.
– Una obra tan de su mundillo, ¿cómo conecta con la calle?
– Por eso, porque habla de los conflictos universales. ¿Quién no se ha frustrado porque para seguir un sueño tiene que dejar atrás cuatro o cinco? Habla de actores y actrices, pero habla de cualquiera: de los padres, de las relaciones, de nosotros. Es muy filosófico pero muy divertido.
– Siendo una sátira, es también una parodia piadosa. Usted dice 'curativa'. ¿Qué quiere decir?
– El teatro es emocionalmente curativo porque me hace cuestionar cosas de mí mismo y de mi vida. Tiene algo de terapéutico.
– Su personaje atraviesa una crisis profesional y existencial. ¿Es habitual en su oficio sufrir episodios de inestabilidad emocional? ¿Le ocurre a usted?
– El personaje es un director de éxito que después de un accidente se cuestiona si eso que lleva veinte años haciendo es lo que realmente quería haber hecho. A lo mejor lo que le apetecía era estar cosiendo zapatos en Florencia. Yo qué sé...
– Como Daniel Day-Lewis.
– Bueno, sí, pero podía haber dicho 'cortando matojos en El Retiro'. El caso es que de lo que habla la obra es del fracaso y del éxito y su formas ambiguas. De si estás en el sitio que querías estar.
– ¿Usted se lo pregunta?
– Yo creo que todos nos lo preguntamos alguna vez, ¿no?
PROPIEDADES DEL TEATRO
– Veo el cartel de la obra y le imagino escondido dentro de un montón de muñecas rusas, sus personajes. ¿Tiene que guardar mucho la intimidad alguien tan expuesto públicamente?
– Bueno, todos somos reflejo de nosotros mismos: dentro de mí hay otro y otro y otro... Soy este pero podía haber sido otra persona totalmente distinta según qué decisiones tomase en cada momento. Es interesante pensar en eso, sobre todo para agradecer que lo que tienes es lo que te has ganado.
– ¿Cuánto tiempo está comprometido con este proyecto?
– Hasta finales de enero. Estrenamos en abril en Madrid, luego hemos hecho gira y ahora estamos a punto de terminar.
– Es usted un actor muy popular y muy querido. ¿Cómo ha sido volver a trabajar en contacto con el público?
– Mi contacto con el público es constante. La gente me para por la calle muchísimo. La popularidad de la televisión es tremenda. La gente se olvida enseguida de las cosas malas que has hecho y celebra las que le divierten. El teatro es otra cosa. Es como una comunión, sucede algo espiritual y los actores somos sus oficiantes.
– Volver al teatro después de una pandemia y sus restricciones ha hecho ver lo importante que es la cultura compartida, ¿no cree?
– El teatro siempre está vivo y a la gente le gusta ver a otras personas de carne y hueso que le interpelan desde un escenario. El teatro lleva muchos años en crisis pero nadie lo ha matado todavía.
EXPECTATIVAS VITALES
– Mientras tanto, sigue rodando. ¿Qué proyectos puede contar?
– No puedo contar ninguno. Solo que ya hemos terminado en Ferrol la segunda parte de 'Rapa' [la serie de televisión].
– ¿Más teatro?
– No, por ahora. Pero lo habrá.
– ¿Se queda con ganas?
– Es que yo cuando me lo paso bien siempre tengo ganas de seguir. Cuando lo paso mal me quiero volver a mi casa y encerrarme en un armario. Cuando se pasa bien en esto se pasa muy bien.
– ¿Qué es lo que más le interesa ahora mismo de su carrera?
– Seguir aprendiendo.
– El año pasado expuso sus fotos de rodajes en Actual. ¿Qué otras inquietudes tiene?
– Seguir siendo actor y director y fotógrafo y hacer mis cosas sin cerrarme ninguna puerta ni teniendo miedo a ningún proyecto. Es que si a los cincuenta y cinco años uno solo quiere ser actor es un coñazo.
EL ÉXITO O LA FELICIDAD
– ¿Qué lección aprendió de su maestro Fernando Gil Torner que no ha olvidado?
– Fernando es mi amigo; Concha y él. Eso lo dice todo. Él supo ver en mí algo que yo mismo no había visto. En eso consiste la educación y el aprendizaje. Ojalá todos los profesores fueran como él y tuvieran alumnos que les escucharan como yo. Él cambió mi vida.
– ¿El teatro le salvó la vida?
– No es tan grave. Pero el teatro sí me dio una forma de ser y de pensar en la vida, al menos el sueño de hacer teatro. Yo llegué tarde a esto. Llegué de un pueblo, con veinte años y casi sin haber leído. Me costó mucho pero tuve mucha ilusión en aprender y eso me dio alas para convertirme en quien soy ahora. Salvarme me han salvado algunas personas, pero no el teatro.
'Los farsantes', de Pablo Remón (texto y dirección)
Intérpretes: Javier Cámara Nuria Mencía, Marina Salas y Francesco Carril
Producción: Centro Dramático Nacional y Buxman
Teatro Bretón: hoy y mañana a las 20 h. (duración, 2 horas y 30 min. con entreacto) (localidades agotadas)
– ¿Qué opina del Estatuto del Artista?
– Es un avance importantísimo. Espero que sea todo lo ambicioso que ha demandado el sector durante tantos años. La intermitencia de esta profesión para muchísimos compañeros, no para mí, es muy dura y esto sí que viene a salvar la vida de muchas personas, porque era muy necesario.
– ¿Es tan relativo el éxito como suele decir quien lo tiene?
– El éxito es muy relativo. ¿Yo lo tengo?... La vida es muy complicada. La vida es maravillosa porque es complicada. Hay momentos donde todo cuadra. Hay momentos en los que la felicidad me embarga. Dura muy poquito, pero, sí, a veces lo he conseguido.
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