Le habían regalado a aquel niño de cuatro años una atractiva caja de piezas de construcción por la que estaba muy ilusionado. Tras jugar unos días la dejó sumida en el silencio de la estantería de su cuarto.
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Dos meses después llegó un radiante verano ... y las excursiones al campo fueron más habituales. Como a todo niño a este le encantaban los bichos, especialmente los bicho-bola. En una de las salidas, el pequeño recogió uno. Lo llevo con sumo cuidado en la manita hasta su casa. Una vez allí comprobó que el bichito no tenía hogar, así que sin mediar palabra cogió su caja de construcciones y le fabricó una estupenda.
El padre no daba crédito a la eficacia con la que su rapaz había utilizado sin consulta ni ayuda previa las piezas de construcción. Comprendió a la vez que había sido el interés y la motivación por proteger a su cochinilla, lo que había obrado el milagro que no lograban sus peticiones ni ofertas.
Así, exactamente, es para chicos y grandes. Uno se esfuerza y aprende por dos motivos básicos: por necesidad o por interés. Tener esto claro es fundamental para que nuestros hijos y alumnos aprendan conceptos y estrategias de vida; para el desempeño de las diferentes profesiones: para las propias relaciones personales, etc.
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Quiero, por tanto, resaltar ciertas 'ciencias exactas' como la motivación y el interés y como la observación.
Este periodo vacacional es un tiempo dorado para observar mejor a nuestros hijos, nuestra familia, para conocer y comprender qué les motiva, qué les interesa y poder hacer que aquello que queremos enseñarles y deseamos que aprendan, se quede en ellos no como una obligación fácil de olvidar, sino como una educación integrada en su forma de ser y su bagaje intelectual.
Hay más 'ciencias exactas' para tener unas vacaciones distendidas y gratas como: mantener rutinas, permitirse ver las cosas desde el humor –no las graves–, hacer actividades juntos como un equipo, no como suma de piezas obligadas a convivir, controlar el tiempo de pantallas de los peques y adolescentes, pero también los nuestros, y decir y hacer siempre desde la sinceridad.
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Me dirán, queridos lectores, que los contenidos de las ciencias exactas pueden sistematizarse a partir del lenguaje matemático, y que no es el caso de la conducta ni de los aprendizajes humanos. Sin embargo, estos también se apoyan en la observación para crear conocimientos nuevos.
Verdad es que los conocimientos nuevos se anclan en los antiguos, y debe ser por ello que nuestro bicho-bola acabó durmiendo en el sofá familiar «porque en su casa no tiene para descansar», y porque «la inocencia habita en la sabiduría, pero nunca con la ignorancia» (William Blake).
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