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El segundo fin de semana de la XX Muestra Nacional de Teatro Cómicos viaja hoy y mañana en la sala Florida (22.30 h) a la carcajada, de la mano de Andreu Casanova y Beatriú Castelló.
-¿Por qué inspirarse en 'Sombras de Grey' ... para esta parodia?
-Hubo un 'boom' muy fuerte cuando apareció la novela. En mi espectáculo, una de las partes estaba basada en los libros de Grey. Encajó bien y gustó mucho... tanto que al final vi que había un espectáculo únicamente de esa historia.
-Pero, ¿si no has leído los libros ni visto las películas?
-Te vas a descojonar igual o más. Ponemos el contexto con humor, y la gente se lo pasa teta. Son muchos los que nos dicen que no habían leído ni visto las obras, que pensaban que no se iban a enterar, pero que se han reído muchísimo. Tenemos la suerte de que la gente lo disfruta mucho, hayan visto o no la original.
-El amor es tema universal. ¿Cómo lo conjuga con el humor?
-El amor y el sexo van muy de la mano para hacer humor. Al ser temas tabú entran muy bien y la gente se lo pasa en grande. Y como artista, inspira... y soy muy biográfico para algunas cosas.
-Entonces, según la experiencia que le da la obra, ¿qué prefieren hombres y mujeres realmente? ¿Quién les hace reír o el pibón?
-Yo barro para casa: alguien que te haga reír. Al principio, el chico o la chica nos entra por los ojos. Pero, al final, cuando ya has tirado los cuatro cohetes al aire, lo que te queda es una buena charla, que te hagan reír y que te lo pases bien. Si eso no está, al final nos aburrimos.
-Ante este tiempo de reivindicación de la igualdad en la relación de pareja, ¿cómo desarrolla la acidez y la ironía en la obra?
-Tampoco me he planteado desarrollarla desde ese prisma. He parodiado únicamente la figura de Grey y de Anastasia. Y he intentado darles a los dos, cada uno en su justa medida, en cuanto a que ambos lideran un tipo de personaje: Grey al machista y Anastasia a la mustia. Son muy parodiables.
-Es amigo de la improvisación. ¿No es mucho riesgo... o es un mundo donde le gusta pasear?
-Las dos... Ni la una ni la otra por separado. Es un mundo arriesgado en el que me gusta estar porque me gusta el riesgo. La improvisación es un salto al vacío en el que vas con nada a ver qué pasa. En el momento en el que rompes la cuarta pared y te lías a hablar y a rascar a ver qué sale, estás vendido... puede pasar de todo.
-¿Qué aporta a la obra la interacción con el público?
-Frescura, autenticidad, la convierte en algo exclusivo de ese día. Cuando se ve algo que es consciente de que no va a volver a pasar, que sólo va a ocurrir en esa función, para ellos, el público lo valora. Es magia impagable: hay bromas que salen improvisadas porque se ha construido una energía y un clima que son mucho mejores que cualquier guión trabajado por un año. Y esos momentos te dan mucho a ti como artista...
-¿Puede ser la obra un buen plan previo a San Valentín?
-Entras ya rodado, con el ambiente ya abonado para que todo fluya... ¡Se te tiene que dar muy mal para no celebrar bien San Valentín! ¡Es un plan inmejorable!
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