El instante decisivo de Teo Martínez

Teo Martínez (Logroño, 1930-2024), el mayor referente de la fotografía en La Rioja, vuelve a protagonizar una exposición en su ciudad natal, 'El tiempo de Teo', una nueva producción de la Casa de la Imagen que recoge una amplia selección de su obra inédita de entre 1950 y 1980. La muestra, inaugurada este viernes en el Ayuntamiento dentro de la programación del festival Actual, se prolongará hasta el 16 de febrero e incluye actividades paralelas como visitas comentadas, una conferencia y un documental (todavía sin fecha cerrada). Las imágenes hablan por sí mismas de un tiempo detenido en ellas.

«A este señor la ciudad de Logroño le debe la preservación de una época de su memoria gráfica», afirma Jesús Rocandio, fotógrafo, documentalista y comisario de la exposición, el mejor conocedor de la obra de quien también fue su amigo. Esta muestra, la sexta que le dedica la Casa de la Imagen, es un homenaje siete meses después de su muerte y ofrece nuevos testimonios de esa mirada tan particular que obliga a repasar una vez más el álbum del olvido.

Como buen reportero de calle y actualidad, Teo abarca todo tipo de temas y la muestra los ordena en cinco apartados principales y un 'apéndice' personal sobre el propio autor, un personaje que fue lo bastante popular como para merecer salir en muchas de sus propias fotos.

El primero de estos capítulos es casi obligado en un fotógrafo de prensa, la política: el duro camino de la posguerra, de la muerte de Franco a la transición democrática, las primeras manifestaciones, las primeras elecciones, el primer Día de La Rioja... Todo parece viejo y, al mismo tiempo, todo empieza a ser nuevo en las fotos de Teo, alguien que observa el paso del tiempo con los ojos de un niño criado con hambre y un hombre forjado en el trabajo duro que era poeta sin saberlo.

Otro apartado se centra en la vida y la sociedad del momento:curas y militares en un país bajo el control de los antiguos poderes, trabajadores de todos los gremios, tradiciones recogidas con estilo propio y la propia prensa, la llegada de La Gaceta del Norte, un periódico en el que el soporte gráfico es protagonista y convierte a Teo en testigo y narrador.

Espectáculos y ocio:festejos taurinos, festivales musicales, el cine y la televisión, las fiestas patronales, las barracas... manifestaciones populares, todas ellas, en las que el fotógrafo se desenvuelve con identificación absoluta y, a la vez, siendo capaz de observarlas desde fuera con un enfoque crítico. No hay objetividad en el objetivo de su Nikon.

Y está, por supuesto, el deporte: el ciclismo, en el que el propio Teo era un as, las motos, la pelota, el boxeo y la lucha libre, el atletismo y el fútbol en los tiempos del histórico campo de Las Gaunas, donde la afición coreaba su nombre al verle en la banda.

Logroño ocupa, por último, el quinto apartado de la exposición: la evolución urbana de la ciudad, sus alcaldes, concejales y personajes relevantes, sus artistas y su obra, tema recurrente en su archivo, el Ebro siempre olvidado y siempre presente...

Y, siendo un especialista local, fue el único fotógrafo de Logroño seleccionado por el festival internacional Photoespaña o Cinespaña de Toulouse, que recogió una antológica sobre su obra. «La obra de Teo brilla como uno de los mayores descubrimientos de la fotografía española en los últimos años –asegura Rocandio–. Su particular mirada, tierna y ácida a la vez, había pasado desapercibida dentro de la producción diaria de un rotativo de provincias».

No ha sido hasta recientemente cuando su archivo ha vuelto a ver la luz y ha sido reevaluado;un reconocimiento que llegó años después de que el autor tuviera la precaución de guardar cuidadosamente sus negativos en cajas de puros. Teo era un genio en muchos sentidos. «Con un instinto natural para la composición y el comentario social», hoy es posible valorarlo como uno de los fotógrafos más notables de su tiempo. El tiempo de Teo, lleno de instantes decisivos.