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Gisela Pou (Castellar del Vallès, 1959) se pasó del guion a la novela muy tarde, cuando había desarrollado ya una larga carrera en series televisivas de muy distinta índole. La escritora catalana publica ahora 'Los tres nombres de Ludka' (Planeta) basada en una historia tan ... real como conmovedora sobre desarraigo, identidades y vidas robadas. La de unos niños con padres judíos, luego nazis y refugiados finalmente en España. Fue uno de los libros 'calientes' de la pasada feria de Fráncfort, esos que seducen a unos editores que se los disputan antes de su publicación.
Pou recrea la peripecia de un centenar de huérfanos polacos secuestrados y acogidos en 1946 en Barcelona. Eran algunos de los miles de niños judíos arrebatados a sus progenitores –muchos serían exterminados en los campos de la muerte– por familias nazis que querían convertirlos en perfectos arios aprovechando sus rasgos físicos. «Rubios y de ojos azules, fueron sometidos en Salzburgo y en las granjas de niños ideadas por Himmler a un proceso de germanización tan intenso que les haría odiar sus raíces y su lengua materna. Algunos iban a ser cobayas en los espeluznantes experimentos eugenésicos de los nazis», destaca Pou.
Tras la guerra, muchos de los niños a los que les hurtaron su lengua y les obligaron a renegar de su identidad, acabaron en hospicios, uno de ellos en Barcelona, «a la espera de que los reclamara algún familiar». Transcurrida una década sin noticias de las familias o de los progenitores, fueron devueltos a Polonia o enviados a Italia, Austria o Estados Unidos. «Muchos de ellos, originarios de Silesia, vivieron toda su vida con identidad falsa y en paradero desconocido», señala Pou. Su drama «es el mismo que vivieron los desaparecidos de la dictadura argentina y sus familias o ahora los huérfanos ucranianos».
Ludka, la protagonista de la novela, «es un personaje de ficción construido a través de las peripecias y las entrevistas que realicé a algunos de aquellos niños polacos». Adoptada por un oficial nazi y germanizada, acabó en España. Se quedó en Barcelona con otros críos sin patria, sin identidad ni raíces, alojados en una residencia infantil en el número 49 de la calle Anglí y más tarde en la residencia Vallcarca, en el mismo barrio de la Bonanova.
Antes de ser arrancada de su familia Ludka Novak era una cría de 9 años a la que sus usurpadores padres nazis llamarían Hedda. Pero ella será incapaz de recordar su verdadero nombre. Trabará amistad con Emma, la hija de Isabel Andreu, una de las empleadas de la residencia, miembro de la resistencia a Franco y que guarda un secreto: su marido no fue asesinado por los nacionales y permanece vivo escondido en Francia.
Ludka fue cuidada en Barcelona, como el resto del grupo, por Wanda Morbitzer Tozer, un personaje real que trabajó como consejera del consulado polaco y ejerció de «madre espiritual» de aquellas criaturas desamparadas que pensaban que eran alemanes. Integrada en el coro de la escuela polaca de Barcelona, al cumplir 19 años Ludka viajará a Polonia en busca de su familia. Logrará contactar con la hermana de su padre, única superviviente del Holocausto en la familia. Descubrirá que su verdadero nombre era Ewa Jedinak y buscará y hallará una nueva vida en Estados Unidos, «pero sintiéndose siempre como un árbol con las raíces al viento».
En 2008, el Ayuntamiento de Barcelona y el consulado polaco invitaron a una veintena de aquellos niños acogidos, ya ancianos, a rendir un homenaje a Wanda Morbitzer y a Blasa, la mujer que les había dado alimento, ropa y educación. El reencuentro de los críos y de las dos amigas desatará recuerdos e intensos sentimientos. Fue aquel homenaje, del que la prensa dio cuenta, lo que permitió a Pou «tirar del hilo» y sacar a la luz la cruda pero enternecedora historia de aquellos críos robados que hallaron en Barcelona «un paraíso alejado de la guerra y donde eran queridos».
«Franco los acogió para congraciarse con los aliados y lo hizo con la mediación del Vaticano y para ayudar a la ultracatólica Polonia, que había caído bajo la bota comunista», concluye Pou, guionista de series como 'Ventdelplá', 'El súper', 'Secretos de familia' o 'Poble nou' y autora de cinco novelas y de varios libros infantiles.
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