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María Asunción Mateo era una valenciana de 39 años dedicada a la docencia de la Literatura en un instituto cuando conoció en 1983, y durante ... un homenaje a Antonio Machado en Baeza, a un Rafael Alberti ya metido en los 81 años. Lo que le reportó su historia de amor con el autor de 'Marinero en tierra' fue descubrir que éste no sabía nadar y entrar en un círculo de amistades que no hubieran representado el sueño glamuroso de ninguna 'groupie' –un Gerardo Diego de 87 años, un Fernando Lázaro Carreter de 60, un Pablo Serrano de 75, un Dámaso Alonso de 85...– pero que para ella encarnaba el paraíso en la Tierra.
Junto a las páginas intimistas en las que da rienda suelta a las ilusiones y emociones que le inspiraba el poeta, el lector va a encontrarse con otras en las que se trasluce el auténtico entusiasmo que a María Asunción Mateo le producía poder hablar con el Dámaso Alonso que había sido capaz de despiezar el críptico entramado de las octavas reales que componen el 'Polifemo' gongorino. Solo una profesora de Literatura amante de los libros podría disfrutar de semejantes conversaciones, que, por otra parte, conforman el interés y el atractivo de un texto autobiográfico en el que los sinsabores que le pudieron reportar a su autora determinados detractores de su relación quedan compensados por las anécdotas entrañables, los viajes y los episodios evocadores de una inenarrable felicidad.
Ese lado agrio lo protagonizan los poetas que se sintieron desplazados por la aparición de ella en la vida de Alberti y a los que llama «los viudos eméritos». De ellos cuenta auténticas perrerías que llenan las páginas más jugosas del libro en lo que a chismografía se refiere. En una de esas páginas narra cómo Luis García Montero y Benjamín Prado Rodríguez burlaron las objeciones de la asistenta y se colaron en el dormitorio del matrimonio «en un intento de imitación vanguardista pasado de moda, con afán de sorprender a Rafael en la cama», metiéndose «con él bajo las sábanas, mientras uno de ellos hacía la señal de victoria y se fotografiaban».
'Mi vida con Alberti' es un valioso documento testimonial que no solo da cuenta de las desafecciones sino también del respeto a la figura de María Teresa León, la primera compañera de Alberti, aquejada de alzhéimer desde mediados de los años 70, o de las amistades y afectos, entre ellos el de una Carmen Balcells que entiende las resistencias de la autora a abrazar el papel de viuda: «Di que tú no escribes libros de viudas». Un libro que da cuenta de un cambio de criterio cuando, pasado casi un cuarto de siglo desde la muerte del poeta, esa misma mujer decide asumir su viudedad sin complejos.
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