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Adentrarse en las 'imaginaciones' del alfareño Adrián Pereda, Imaginaciones Mías, es entrar en un mundo que mezcla de forma armónica pero sorprendente naturaleza, cine o música con una evolución que le lleva de la pintura a la ilustración, pasando por el trabajo con objetos ... naturales, como pueden ser las cortezas de árbol.
Recientemente su obra ha dado un salto que le lleva hasta 'El Deseo'. El mismísimo Pedro Almodóvar quiere una de sus últimas ilustraciones, dedicada a sus películas, para colgarla en las instalaciones de su productora. Y todo gracias a que algunos actores fetiche del director manchego lo descubrieron en Instagram (@imaginacionesmias) se lo enseñaron (él no tiene redes sociales) y a éste le encantó. «Imagina la sorpresa cuando te llega un audio de Rossy de Palma: «Querido, no sé cómo te llamas pero este dibujo es maravilloso», explica Pereda.
Para entonces, y ya desde hace tiempo, sus obras eran muy conocidas sobre todo en Zaragoza, donde vive. «Estuve trabajando por cuenta ajena, pero siempre lo entendí como algo transicional y mi obra era como un trabajo fuera del trabajo que me servía como aprendizaje no consciente. Ahora tengo la suerte de poderme dedicar totalmente a mis obras, aunque no niego que esto también tiene su parte de temor», explica, pero añade que «cuando te sientes seguro de lo que haces todo fluye».
La cuarentena le pilló en un momento experimental, «en busca de algo menos romántico», y en un revisionado de películas de Hitchcock, pensando en la cantidad de cosas que entonces ocurrían a través de las ventanas debido al confinamiento, llegó la idea. «El mundo del cine siempre ha estado ahí pero en ese momento sentí la necesidad de parar, de irme a otro universo». Y así surgió la idea de grandes ilustraciones que, despiezadas en Instagram, forzaban al usuario a descubrir qué director se escondía tras infinitos y mínimos detalles. Comenzó con Hitchcok y después llegó Almodóvar. Y la reacción de sus seguidores fue abrumadora. «Fue algo involuntario. La verdad es que te das cuenta de que la gente te sigue por cierto tipo de trabajo y asusta un poco, pero pensé que por qué no seguir con algo con lo que estaba disfrutando aunque se saliera de lo que solía hacer. La respuesta fue una maravilla, la gente veía cosas que yo pensaba que no iban a descubrir, y aún así siempre hay detalles que hasta que no ves la ilustración en vivo no los aprecias,» explica. Ese trabajo le dio la posibilidad de llegar «a gente que nunca pensaba que iba a llegar» y entonces se produjo la siguiente sorpresa, con reacciones de artistas como Rossy de Palma, Bibiana Fernández, Emma Suárez, Jan Cornet, Isabel Coixet... «Esto no me ha dado más que alegrías», reconoce. Y es que sus obras han llegado hasta Portugal, Alemania, Italia México o Pekín.
Para él no es sencillo definir cómo ni cuando empezó a ser artista: «cuando es algo tan vocacional no hay un momento en el que empieza. Eres consciente con el tiempo». Sus estudios de Bellas Artes en Salamanca, con especialidad en Pintura y luego el Máster en Diseño Gráfico hicieron de él un artista capaz de moverse entre lo plástico y lo digital, aprovechando las posibilidades que cada técnica ofrece y sin miedo a probar cosas nuevas. «Aunque no me considero diseñador gráfico, sino que me apoyo en ello», reconoce. Pero lo cierto es que el trabajo que implica es mayúsculo. «Es muy difícil cuantificarlo en tiempo, por que no se trata solo de las horas que estás sentado trabajado. Es un pequeño universo, un gran puzzle».
Así que quiere seguir con el proyecto, de hecho, el próximo director será Tarantino, pero sin abandonar todo lo que ya tenía entre manos y que le hizo darse a conocer. «Sigo con mi parte más romántica, en esa línea de la obra más plástica gracias a la que he podido realizar grandes murales en paredes de localidades como Trasmoz (Zaragoza), en locales particulares e incluso un proyecto que tendrá lugar en Alfaro, que ya tenía ganas», afirma. Todo, dentro de un estilo difícil de definir, algo así como un retrato vegetalizado, que forma parte de su idea de ver cosas donde no las hay, «como la pareidolia, ese juego infantil en el que ves formas reconocibles en una nube o una rama. La idea es elevar ese retrato a un altar natural sin dejar de lado ese lado mitómano que tengo». Todo ello ligado a los trabajos para particulares y a esa otra vía de escape que también forma parte de su obra, que es jugar con elementos de la naturaleza. «Todos vamos a piñón pero yo en parte funciono de otra manera, me gusta salir a la calle y observar lo que hay a mi alrededor. De ahí surgió la idea de trabajar sobre cortezas de árboles, las que se desprenden de los plataneros. Me gusta que tenga ese concepto de circular, que se cierre el círculo con las cosas que nos rodean».
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