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Julio Arrieta
Martes, 13 de agosto 2024, 13:25
Cerca de 450.000 personas recorren cada año el Camino de Santiago, el conjunto de rutas de peregrinación cristiana que conducen desde puntos de toda Europa a la tumba atribuida al apóstol Santiago el Mayor, en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia. Esta ... peregrinación nació gracias a la iniciativa de un obispo que vivió en el siglo IX, Teodomiro, un personaje tan oscuro que se llegó a dudar de su existencia, hasta que su lápida fue encontrada en la catedral. Ahora, un estudio basado en análisis osteológicos y biomoleculares mantiene que los restos que descansaban bajo ella pertenecieron al prelado.
La investigación se publica en el último número de la revista 'Antiquity' y ha sido realizada por un equipo multidisciplinar internacional encabezado por Patxi Pérez-Ramallo, del Instituto Max Planck de Geoantropología y de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.
Santiago de Compostela «se convirtió en uno de los centros espirituales más importantes del mundo cristiano tras el supuesto descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en la primera mitad del siglo IX d.C», escriben Pérez-Ramallo y sus colaboradores. Según el relato que recogieron las fuentes medievales, en algún momento entre 820 y 830, un ermitaño llamado Pelagio o Paio vio unas luces misteriosas sobre un bosque en un lugar llamado Libredón. Acudió para dar fe del milagroso evento al obispado más cercano, el de Iria Flavia (actual Padrón), y fue escuchado por Teodomiro, que se acercó al lugar de los avistamientos para observar el portento. Allí, el prelado descubrió una tumba con tres sepulcros que, tras un ayuno de tres días, identificó con los del apóstol Santiago y sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio. Teodomiro comunicó su descubrimiento a Alfonso II. Este ordenó la construcción de una iglesia, la primera de una serie que culminó con la catedral actual, que empezó a recibir peregrinos. Y así empezó la historia del Camino.
«Una mezcla de realidad y ficción»
«A pesar del papel de Teodomiro en la historia de la peregrinación cristiana mundial, la historia del descubrimiento de Santiago fue considerada durante siglos una mezcla de realidad y ficción», explican los investigadores en su artículo. «Durante siglos, la historia del descubrimiento de Santiago fue una mezcla de realidad y ficción, con muchas dudas sobre la existencia de este obispo de Iria Flavia».
En 1955, durante unas excavaciones en la catedral, el arqueólogo gallego Manuel Chamoso-Lamas encontró la lauda sepulcral del obispo, lo que por lo menos confirmaba que el personaje existió. Sin embargo, los restos óseos humanos asociados a la lápida, que Chamoso-Lamas identificó con el eclesiástico, resultaron ser algo problemáticos. Un estudio posterior, publicado en 1982, concluyó «que los huesos eran de una anciana enterrada en otra tumba».
Pero ahora, el avance de las técnicas de investigación ha dado otro giro a esta historia. En esta nueva investigación «combinamos el análisis osteoarqueológico, la datación por radiocarbono, el análisis multiisotópico y el análisis de ADNa en el primer estudio multifacético de estos restos. Nuestros resultados apoyan el argumento de que este individuo es probable que sea el obispo Teodomiro».
El análisis osteoarqueológico ha confirmado que todos los huesos pertenecen a una sola persona, «un hombre adulto mayor de complexión grácil». Las evaluaciones «del cierre de la sutura ectocraneal y del desgaste dental» indican que murió cuando contaba unos 45 años. La datación de radiocarbono apunta que los restos datan de una horquilla entre los años 673 y 820.
Una dieta pobre
El analisis del ADN extraído de los huesos confirma que «el sexo biológico del individuo se determina masculino». Los valores isotópicos de la dieta «sugieren una baja ingesta de proteínas animales, similar a la de los individuos contemporáneos de los enterramientos de tumbas en la necrópolis la Catedral de Santiago de Compostela, lo que podría reflejar la situación humilde del lugar tras el descubrimiento de los supuestos restos del Apóstol Santiago, o bien el seguimiento de reglas monásticas que limitaban el consumo de carne».
La secuenciación del genoma completo reveló también algo llamativo, «una importante contribución norteafricana a la ascendencia» de este individuo, «que podría corresponder a una ascendencia norteafricana romana o a una mezcla más reciente con Al-Andalus. Esta última hipótesis pondría de relieve las complejas interacciones sociales y demográficas de las poblaciones cristianas e islámicas en la Península Ibérica entre los siglos VIII y IX».
«A pesar de las limitaciones, y de la cautela que debe ejercerse en la interpretación de nuestros resultados, estos datos apoyan la posibilidad de que los restos humanos encontrados en asociación con la lápida inscrita bajo el suelo de la Catedral de Santiago de Compostela en 1955 sean los del obispo Teodomiro», dicen los investigadores en las conclusiones de su estudio.
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