El idealismo por delante

La película se presenta con la vitola de su etiqueta, 'Selección de la 73 edición de Cannes', un cuño que le confiere aval de calidad y garantiza el toque de su propuesta. Su eco y su imagen hoy en Actual 2020. Gagarine es un barrio humilde situado en Ivry-sur-Seine. Los vecinos de los 337 apartamentos repartidos en diez edificios tienen que marcharse. Nadie pone reparos salvo un tenaz resistente. Se llama Youri (Alséni Bathily), el héroe del relato, de raza negra, aficionado a la astromía.

Un chaval dibujado como un soñador que está tan enraizado en el lugar que incluso ha diseñado su morada como si de una nave espacial se tratase. Ayudado por dos compañeros se oponen al derribo. No quieren evacuar. Aquí lo tienen todo. Su identidad y su refugio.

Los cineastas proponen un discurso peleón, tratado con sensibilidad, que maneja mimbres sociales con aspectos de cierta fantasía. El idealismo y el coraje son armas a las que no se puede renunciar. La falta de empatía y la deshumanización de la sociedad nos empujan a concentrar el esfuerzo en uno mismo. Son los valores los que prevalencen y son duraderos siempre y cuando no nos quiten la ilusión.