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Desde que la especie humana tomó conciencia de serlo hemos necesitado representarnos para entendernos y comunicarnos. Hace 35.000 años aparecían las primeras y primitivas manifestaciones artísticas. Pero hace 10.000 el arte se refinaba, se llenaba de matices, posibilidades e intencionalidades que no ... han dejado de evolucionar hasta hoy. Y esos diez milenios son los que recorre la espectacular exposición 'La imagen humana. Arte, identidades y simbolismo', en cartel hasta enero del año que viene en las salas de CaixaForum Madrid.
Organizada junto al British Museum, reúne 155 piezas sobre ese fabuloso viaje del ser humano en torno a su imagen e identidad. Desde que se colocó ante el espejo del arte, el hombre ha tenido el empeño de responder a través de él a cuestiones como ¿quién soy? ¿cómo me ve el mudo? o ¿cómo debo mostrarme? No en vano, un gran espejo recibe al espectador junto a una reveladora cita de Herbert Read: «Solo si conseguimos una imagen del cuerpo podemos situarnos en el mundo exterior».
La muestra se abre con el que podría ser el primer retrato de un ser humano, una inquietante efigie realizada hace casi 10.000 años en Jericó, la actual Cisjordania, y en la que el protoartista decoró el cráneo de un semejante con barro y conchas en las cuencas los ojos. Considerado uno de los artefactos más notables de las colecciones del British Museum, es la pieza más antigua de la exposición. La más reciente es una serigrafía del artista iraní Parviz Tanaroli realizada en 2016.
'La imagen humana' cubre ese arco de casi 10.000 años en un apasionante recorrido por todas las formulaciones del arte, de Egipto, Grecia y Roma al pop; de Mesopotamia y sus bajorrelieves a la fotografía; de las efigies chinas y mayas a los videorretratos de Esther Ferrer. Es una muestra realmente universal en la que la sensualidad y lo dionisíaco conviven con la política, la propaganda, la guerra, las religiones, las creencias y la constante reflexión sobre la muerte y el más allá. Una rica miscelánea con ingredientes del arte maorí, japonés, hindú, griego, romano, africano, chino, austral, oceánico, neoclásico y de cualquiera de los 'ismos' más recientes que explora la representación del ser humano a lo largo de la historia del arte en diferentes culturas y épocas.
Con un centenar y medio de obras marcadamente diversas y heterogéneas, incluye esculturas, pinturas, dibujos, grabados, estampas 'collages', monedas, fotos, filmaciones, instalaciones y objetos de todo tipo. En su mayoría proceden de la colección del British Museum, con aportaciones de la colección de La Caixa.
Las icónicas piezas de civilizaciones antiguas y autores anónimos se confrontan con otras contemporáneas que permiten comparaciones transculturales, como la de una nívea y marmórea Madonna del siglo XV con otra africana y contemporánea, una madre sudanesa que amamanta a dos críos en una espectacular foto de Vanessa Beercroft. O la efigie de Marco Aurelio y otros emperadores romanos, utilizadas con las mismas intenciones propagandísticas y políticas con las que se emplearon en el siglo XX las de Barack Obama y Donalad Trump, o las de dictadores como Mao Tse Tung o Sadam Hussein.
Tambien están representadas todas la deidades, de Visnú a Buda pasando por Amon-Ra, y todos los fantasmas y temores de la humanidad. Los terrenales, como las invasiones de los imperios más vastos o a la amenaza nuclear, y los espirituales conjurados con máscaras funerarias, esqueletos o cabezas de difuntos.
Hay piezas de creadores tan relevantes como Matisse, David Hockney, Goya, Manet, Alberto Durero, Madrazo, Christopher Williams, Koyo Abe, Tàpies, Juan Navarro Baldeweg, Oscar Muñoz, David Oxtoby o Tom Wesselman.
«Esta muestra es una revisión de esa imaginería humana desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad, en todas las culturas y en los cinco continentes, con maestros de arte contemporáneo y piezas milenarias muy diversas en su diseño, forma y función, pero todas unidas con un propósito común: la expresión de la identidad del ser humano sobre cómo nos vemos, quiénes somos y cómo queremos que nos vean», resume Brendan Moore, conservador el British Museum. Es el comisario de una atractiva muestra que ha dividido en cinco áreas temáticas que rehuyen la cronología: belleza ideal, retratos, el cuerpo divino, el cuerpo político y la transformación corporal.
Las piezas que ha seleccionado ofrecen unas representaciones del cuerpo «que responden al deseo primordial de definir y explicar el lugar que ocupamos en el mundo». «Encarnan nuestros conocimientos sobre la vida, son modelos de quiénes queremos ser y de lo que aspiramos a ser», dice Moore. «Pese a la asombrosa variedad que presentan en cuanto a su estética y finalidad, las figuraciones que recoge la exposición encarnan ideas y conceptos comunes a todas las sociedades y pueblos» reitera el comisario.
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