Homenaje al idioma en el Valle de la Lengua

El denominado 'Valle de la Lengua' es uno de los ejes sobre los que el Gobierno de La Rioja quiere hacer pivotar las oportunidades de futuro sobre las que la región quiere levantar el edificio de una nueva prosperidad. Cuenta para ello con un valor testimonial, emocional si se quiere, al que todavía no se ha permitido desarrollar toda la dimensión económica que atesora. La declaración de los monasterios de San Millán de la Cogolla como Patrimonio de la Humanidad, hace ya un cuarto de siglo, constituyó un primer paso que multiplicó el atractivo de Suso y Yuso como destino turístico. Junto a aquel aldabonazo, sin duda definitivo, la constitución de la Fundación San Millán y los eventos que en torno a la lengua española buscan la referencia del cenobio del valle de Cárdenas han abonado el terreno para sembrar, con la confianza de obtener una cosecha generosa, la esperanza de que el castellano se transforme en uno de los grandes recursos económicos de la comunidad que reivindica su protagonismo como lugar en el que quedó constancia de los primeros balbuceos de la lengua en la que hoy se entienden seiscientos millones de personas en el mundo.

La apelación simbólica a la condición de «cuna del castellano» constituye una de las más poderosas imágenes de marca con las que La Rioja es reconocida dentro y fuera de España. La referencia primigenia del segundo idioma global del planeta representa para la región una de las oportunidades mejor definidas para elaborar una propuesta de valor que trasciende lo mítico y se abre a la búsqueda de nuevos horizontes de progreso.

Estudios dirigidos por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, José Luis García Delgado, han llegado a calcular que el idioma aporta el 16% del PIB español. Pero lo más relevante de sus prospecciones en torno a la capacidad del castellano para generar riqueza es la confirmación de que ese código de comunicación es capaz de movilizar una cantidad ingente de recursos que actúan como multiplicador de inversiones y como palanca para los intercambios comerciales. La cuestión, según dejó anotado Fernando Rodríguez Lafuente, es «cómo extraemos el beneficio».

Felipe VI se ha referido a la lengua que compartimos como «nuestro mayor patrimonio común». Y la apuesta por hacer de ella un soporte económico de primer orden puede y debe ser la semilla de un árbol frondoso a cuya sombra deberían crecer nuevas alternativas para el desarrollo de la tierra en la que dejó sus primeros testimonios escritos.

Con ese propósito nació hace ya once años, impulsado por este periódico, Futuro en Español, un proyecto que tiene raíces riojanas pero que ha extendido su actividad por España y América: Valencia, Granada, Málaga, Murcia, Valladolid, Santander, Gijón, Santiago de Chile, Medellín. Bogotá o Ciudad de México han sido testigos privilegiados de la vitalidad de una iniciativa que reivindica el protagonismo de la lengua española en el concierto mundial, siempre con La Rioja como referencia originaria de una actividad que, en palabras de Guillermo Fernández de Soto –ex ministro de Exteriores de Colombia y actual embajador de su país en Naciones Unidas– bien merecería se reconocida por la fuerza con la que proclama que «el español es el futuro».

La vitalidad de la iniciativa que impulsó en 2011 Diario LA RIOJA, con el apoyo de instituciones como el Gobierno de La Rioja y el Ayuntamiento de Logroño, hace coincidir ahora los propósitos de Futuro en Español con la apuesta por el 'Valle de la Lengua' como proyecto estratégico para la región. Ambas propuestas están afianzadas en la certeza de que el idioma es un activo con inmensas posibilidades: culturales y sociales, por supuesto, pero también económicas. La Rioja quiere participar de ellas con la mirada puesta en la historia que está escrita en las Glosas Emilianenses, pero sobre todo en el porvenir de una lengua que abre puertas y tiende puentes.