El breve homenaje que la Filmoteca Rafael Azcona dedica al imprescindible actor español José Luis López Vázquez alcanza su cima con la proyección, a partir de las 19.30 horas, de uno de sus mejores y más elogiados trabajos, 'Mi querida señorita' (1972), de Jaime ... de Armiñán.

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Armiñán se había curtido en los platós de televisión y contaba con dos largometrajes cuando fundió ideas con el guionista y también realizador José Luis Borau acerca de las turbaciones de una mujer incómoda con su cuerpo y con sus sentimientos. Ahora, esta premisa resulta visible. A principios de la década de los setenta, un oscuro y perturbado maleficio.

Contextualizando, el tándem Armiñán/Borau tenían escrito un libreto adelantado a su tiempo. Las restricciones de la censura habían aflojado y sentían viable filmar un producto diferente y osado. Su apuesta alcanzó perspectiva de reto cuando pensaron en José Luis López Vázquez para encarnar a la inquieta solterona, Adela Castro.

López Vázquez encadenaba papeles a destajo. Casi siempre en el registro de la comedia. Y había trabajado con Carlos Saura en 'El jardín de las delicias' (1970) y con Pedro Olea en 'El bosque del lobo' (1970). Bagaje suficiente para dar el salto a empeños superiores. Y con 'Mi querida señorita' reveló el gran actor dramático que llevaba dentro y conquistó al espectador español que descubrió su versatilidad. Que quedó patente ya de forma definitiva con 'La cabina' (1972), de Antonio Mercero.

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La acción de la película está ambientada en una severa ciudad de provincias donde Adela sufre las tribulaciones disimuladas de su lado masculino. Mira con deseo a su criada, Isabelita (Julieta Serrano). Jaime de Armiñán es sutil e inteligente en la modulación de las escenas, de afilado poso subterráneo, y los intérpretes perspicaces en un relato que habla de la necesidad de cambiar.

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