«Solo recuerdo la emoción de las cosas», dice Fernando García de Cortázar citando a Antonio Machado, y si uno se sumerge en las páginas de su último libro, no tiene otra opción que pensar en la razón y el sentimiento de España; esa es ... la clave de 'Y cuando digo España' (Ed. Arzalia). «Mi patria no se reduce a un himno o a una bandera», explica. Y añade: «Es la infancia y la tierra donde vi la luz, donde vivieron mis antepasados y se forjaron mis primeros sueños. Pero también es un puente romano, las piezas para piano de Albéniz, un cuadro de Goya, una película que se convierte en nuestra conciencia, como 1980, de Iñaki Arteta, crónica desgarradora y honesta sobre el año más sanguinario de ETA. Y por supuesto, mi patria son las obras literarias de quienes inyectaron torrentes de genio y de fantasía a una lengua que hablan seiscientos millones de personas en el mundo».
García de Cortázar ha escrito casi tantos libros como años tiene y en este último, su número 72, levanta un apasionante relato de España abordando los episodios y los personajes que han marcado nuestra historia, las aportaciones artísticas y culturales, las ciudades más universales y los paisajes más hermosos, los mitos, los iconos, la visión que el cine nos da del pasado y del presente, y una biblioteca personal que contiene la parte más viva de nuestra tradición, ese camino por el que los españoles hemos llegado a ser lo que somos.
Todo español debería leer
– 'Y cuando digo España' es un libro que, según su editor, Ricardo Artola, todo español debería leer, la guía cultural que el extranjero interesado en nuestro país tiene que consultar.
– Sí, este libro contiene lo que considero que todo español debería saber de su país. Y es verdad, en él, como en el 'Viaje al corazón de España' o en la 'Breve Historia de España', he querido llevar al presente la realidad histórica y cultural de nuestro país con un estilo ameno y directo, tratando de emocionar a los lectores. Desde el prólogo del libro lo dejo bien claro con palabras de Jorge Guillén. Voy a hablar de mi patria, «tan anterior a mí, y que yo quiero, quiero / viva después de mí».
– ¿Es un libro de combate?
– Cierto. Este libro nació con la única pretensión de defender la historia de España. Con él he querido dar respuesta a las diversas necedades que están atacando la idea de España y que tanto protagonismo han cobrado en los últimos años. Por resumirlo, aquí aporto argumentos que desbaratan las ignorancias y los malos propósitos de aquellos que ya se atreven a decir que no existe España. Se trata de un debate nuevo, tristemente. A lo largo de la historia los españoles se han ido enfrentando a distintas nociones de lo que es España, pero nunca la habían impugnado como ahora. Por eso digo que es un libro de combate. De todos los que he escrito, quizá sea, culturalmente hablando, el más patriótico.
– ¿Por qué esta forma tan original de clasificar los capítulos: los mitos, la deuda del mundo con España, los iconos, los hitos...?
– Si nos preguntáramos en qué consiste ser español, más allá de un lugar de nacimiento o el derecho a tener un DNI, cabría decir que es compartir un legado común, hecho de historia, mitos, libros, música, arte, paisajes... En definitiva, un conjunto de elementos no siempre definidos con precisión y aparentemente inabarcables. En 'Y cuando digo España' he querido reunir toda esa información, darle forma y, sobre todo, insuflarle alma y mucho corazón. Nunca he concebido la historia como un terreno frío y distante, sino como algo vivo y palpitante. Y en este libro lo aplico tal vez como nunca antes.
Acabar con los complejos
– El concepto y la esencia de España están presentes casi en cada una de sus 650 páginas...
– No hablemos de esencias, de conceptos... Suenan a cosa muerta. No, la España que puebla las páginas de este libro es una España pensada, sentida y vivida: una España que va del asombro y admiración que producen iconos como el Pórtico de la Gloria –la puerta más hermosa del mundo, la joya mayor de la escultura románica–, y obras como las 'Cartas Morales' de Séneca –que parecen pensadas y redactadas para nuestros días– al espíritu de sacrificio de Rafa Nadal, ejemplo de una serie de valores que resumen lo mejor de la España de este siglo XXI.
– ¿Hay que acabar con los complejos? Me refiero a esa frase atribuida a Cánovas: «Yo soy español porque no puedo ser otra cosa».
– Es triste que se recuerda a Cánovas del Castillo por esa frase. Yo recuerdo su gran visión de Estado en uno de los capítulos del libro, el que llamo 'Titanes de la historia': una especie de panteón de los hombres y mujeres ilustres de nuestra historia, un panteón vivo, un espacio en positivo donde solo caben aquellos que hicieron una aportación relevante a nuestro país. El mundo sería peor, más incompleto o injusto, sin las grandes aportaciones hispanas, sin los traductores de Toledo, el pensar recio de la Escuela de Salamanca, el empuje explorador de los siglos XV Y XVI, Gracián...
– Un dilema: ¿Es tan positiva o tan negativa la Historia de España según quiénes la cuenten?
– La historia debe cumplir una misión esencial: iluminar el pasado. El problema que tiene España es que hay demasiados intereses creados en torno a potenciar una versión determinada de nuestro pasado. Y luego, claro, también está esa visión amarga que arrastramos desde el 98. Muchos siguen leyendo nuestra historia desde la óptica de los intelectuales del Desastre del 98. O peor aún, desde el espejo cóncavo de los estereotipos de la España negra: la Inquisición, la intolerancia, la predisposición a matarnos los unos a los otros.
– Se refiere a los tópicos...
– Ese mito, por ejemplo, de que España es la tierra de Caín. O esa identificación de España con el franquismo, tan dramática, tan presente en la izquierda de nuestros días. Hay que recordar que Azaña, por ejemplo, terminaba sus discursos con vivas a España que hacían temblar de emoción a su audiencia. En 'España aparta de mí este cáliz', el poeta peruano César Vallejo lanzaba una advertencia desgarrada, un mensaje que hoy parecen haber olvidado los que quizás nunca lo leyeron: «Si la madre / España cae –digo, es un decir– / salid, niños del mundo; id a buscarla!».
En 'Y cuando digo España' habló de esa España que hay que salir a buscar antes de que los gobiernos de turno nos la borren, una España inspirada en la tradición generosa de Cervantes y Galdós, viva, muy viva, a pesar de los políticos y los profesionales de la gresca.
Suso, Yuso, Albelda, Picasso...
– Para terminar ¿Qué influencia han tenido en el devenir de España personajes riojanos como Berceo, Diego López de Haro, Espartero, Olózaga o Sagasta, entre otros, o La Rioja en general?
– La historia cultural de España se concentra en los valles de La Rioja. Y no solo el frágil aleteo de la lengua. También la norma, la imagen y el relato despiertan históricamente en los maravillosos códices realizados en los monasterios de Yuso, Suso y Albelda. Ellos nos transmitieron los ordenamientos, eclesiástico y civil, del antiguo reino visigodo; ellos, con sus miniaturas, nos inundaron de colores y dibujos cuya influencia llega hasta Picasso; y ellos nos dejaron algunas de las primeras historias posteriores a la entrada de los árabes en la península ibérica. Y bien sabemos hoy lo que vale un relato para conformar la mentalidad, un horizonte de futuro y, muchas veces, también de pasado.
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