«Hago un homenaje a la gente de mi oficio que ya ha desaparecido»

– ¿Qué tiene en la cabeza?

– Todas las piezas tienen la cabeza abierta, como la azotea de un edificio, y ahí represento 'los ruidos' que tenemos en la cabeza: deseos, miedos, ideas creativas... Ha sido una herramienta estupenda para soltarme.

– Técnicamente parece haber dado un paso adelante en lo que suele trabajar.

– Sí, pero son interpretaciones más creativas de técnicas tradicionales. Hay cabezas tamaño cántaro hechas en el torno, como se ha trabajado tradicionalmente en Navarrete. Y hay dos piezas grandes hechas mediante urdido, que es como han trabajado los tinajeros de mi pueblo. En ambos casos hago un homenaje a la gente de mi oficio anterior a mí que ya ha desaparecido.

– Apostaría a que dar continuidad a esa tradición es un compromiso para usted.

– Es algo que reivindico siempre. Y también defiendo que desde la tradición, si tienes inquietudes, también se puede hacer escultura. Yo he utilizado las herramientas que tenía en mi mano, que es el oficio de alfarero, para poder realizar un trabajo artístico.

– ¿Qué reflexión hace alguien que traspasa la frontera entre artesano y artista?

– En mi caso, primero hay que ser artesano para tener el oficio suficiente para luego poder plasmar las ideas: primero tener oficio para poder trabajar el barro como lo he hecho en esta colección. Ese debate es tan viejo que a mí casi me da pereza. No nos tenemos que poner etiquetas, simplemente hay gente que venimos del oficio y hay otra gente que se ha formado en escuelas. Y es tan respetable el oficio de artesano como un técnico que sale de una escuela de Artes y Oficios o incluso de Bellas Artes.

– Las manos tienen mucho que enseñarle a la cabeza, ¿no cree?

– Creo que se complementan perfectamente.

– ¿Esta exposición es un hito en su carrera hacia una mayor proyección artística?

– Para mí es un gran paso, que ha sido posible gracias a la organización de SCULTO y al patrocinio de UNIR. Esta exposición es una ventana al mundo para poder explicar mi obra. Yo siempre he tenido muchas inquietudes y he ido por este camino, pero sigo siendo alfarero. Lo que hago en el taller todos los días es lo que yo llamo 'lo culinario', lo que me da de comer. Y eso es lo que me ayuda a poder desarrollar estos otros proyectos.

– Sus vajillas son internacionales.

– Estamos trabajando para los grandes chefs de este país desde hace diez años, haciendo prototipos para los menús degustación de restaurantes con estrella Michelin. Y también en Francia, Alemania, encargos privados...

– ¿Cuándo se decidió a dar un paso adelante?

– Ha ido en progreso. Siempre he estado 'bicheando'. Cuando terminaba de trabajar, después de hacerme mis doscientas piezas diarias, siempre me quedaba a experimentar. Esto me ha ido llevando y ha ido cambiando el concepto de mi taller. Mi taller ha pasado de ser una alfarería tradicional a ser un espacio multidisciplinar en el que también hago escultura y otro tipo de disciplinas. Y también es un aula.

– O sea que hay relevo, hay gente interesada en que la alfarería no desaparezca.

– Sí. Yo tengo cuarenta alumnos, alumnas en su mayoría, y al menos cuatro de ellas podrían montar su propio taller.