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La sala 206 del Museo Reina Sofía, la casa del 'Guernica', que podrá visitarse ya este fin de semana. E.P.
El 'Guernica' solo para tus ojos, o casi

El 'Guernica' solo para tus ojos, o casi

Un máximo de treinta personas podrán contemplar a la vez el universal lienzo de Picasso en el Reina Sofía, que reabre este sábado con aforo y espacio expositivo reducidos

Jueves, 4 de junio 2020, 00:08

Solo 30 personas podrán contemplar al mismo tiempo el 'Guernica' en el Museo Reina Sofía cuando reabra sus puertas este sábado. Es un paradójico y beneficioso efecto de la pandemia que, tras tres meses de cierre, obliga a abrir el museo con fuertes restricciones de aforo y de espacio expositivo. No podrá acoger a más de 938 personas hasta que se recupere la normalidad y esta cifra se triplique. Se podrá visitar toda la segunda planta además del jardín y las terrazas, que albergan obras de Cristina Iglesias, Calder o Miralda. Por supuesto, con mascarilla y en recorridos marcados. Será además una visita más barata porque la entrada general baja de 10 a 5 euros -4 en venta anticipada- y se mantiene la gratuidad los fines de semana.

Los generosos y hoy desinfectados y silenciosos espacios del antiguo Hospital de San Carlos han permitido organizar el sentido de los recorridos para que se guarden en todo momento las distancias de seguridad y no haya aglomeraciones. No habrá cámaras térmicas ni termómetros que tomen la temperatura a los visitantes. Sí mamparas de metacrilato en todos los puestos de atención al visitante, pegatinas en el suelo marcando direcciones, cartelería que recuerde las medidas de higiene y dispensadores de gel desinfectante.

Un sistema automático permitirá conocer en tiempo real cuántas persona hay en el museo para no superar el límite de 938, un tercio de lo habitual. Cada una de las salas tiene además limitado su aforo en función de sus metros cuadrados, y podrá acoger entre 20 y 40 visitantes. Los ascensores -uno de subida y otro de bajada- no podrán transportar a más de dos personas. Tampoco más de dos podrán descansar en un mismo banco. Se han suprimido las visitas guiadas de escolares y de grupos, como los servicios de consigna y taquillas. La tienda sigue cerrada. No habrá folletos de papel ni audioguías y por todas las salas se han dispuesto códigos QR que permiten al visitante obtener las explicaciones en sus dispositivos móviles.

Pero el alma del museo, su espacio más privilegiado en la segunda planta, la sala 206 del edificio Sabatini, la casa del 'Guernica', se convertirá en un remanso de paz. En días normales y de gran flujo de turistas se acumulan ante el lienzo de Picasso entre 90 y 100 personas. Ahora la limitación será de 30 visitantes, 60 privilegiados ojos que disfrutarán de la universal obra del genio malagueño con mucho más desahogo.

«Las visitas al 'Guernica' van a ganar en calidad y tranquilidad y permitirán interactuar con esta y las demás obras de forma más íntima y personal, ahora sin escolares, sin turistas ni grandes grupos», se felicita el director Manuel Borja-Villel. Se ha reordenado parcialmente la colección para hacer más atractiva una visita «concentrada» y que pone el acento en «un tiempo de guerra y solidaridad que tiene mucho que ver con lo que vivimos ahora», explica Borja-Villel.

Situación complicada

El grueso del recorrido está en la segunda planta, en la que se ha incrementado la presencia de obras de Dalí en torno a 'El gran masturbador' en la sala de los surrealistas, y al lado de 'Muchacha en la ventana'.

El director del museo público no pierde el optimismo y contempla con esperanza la desescalada que lo pondrá a prueba en junio. «Somos optimistas, porque estamos vivos y con el museo activo, pero estamos también preocupados por el futuro a medio y largo plazo. La situación es muy complicada y puede ser más complicada», admite.

«Debemos reflexionar sobe el futuro que queremos y sobrevivir sin cancelar la programación», insiste Borja-Villel, que tendrá que afrontar en este ejercicio unas perdidas inmediatas de entre 4 y 6 millones de euros por la brutal caída de ingresos en taquilla, crucial para una institución que recibe una aportación estatal de 26 millones de euros. «La fuente de ingresos más importante del museo, aparte de entradas y turistas, son las tiendas y alquileres, y estamos viendo cómo lo podemos dinamizar», plantea.

Con todo, el museo mantiene en buena medida su programación para 2020, aunque ha debido retrasar a noviembre la exposición de Mondrian, uno de los hitos de la temporada. «Esta crisis nos ha revelado nuestra fragilidad ante la naturaleza, ya sea a través un virus o de las grandes catástrofes climáticas» dice Borja-Villel. Cree que, además, cambiará el modelo cultural y museístico, un patrón basado en grandes exposiciones y visitas masivas. «Hay que bajar el suflé y hacer una cultura más ecológica y menos extractiva, que cuide más a los creadores. Eso no quiere decir que condene las grandes exposiciones, que son maravillosas y no es vergonzoso hacerlas, pero hemos de lograr que todo sea sostenible y trabajar más a largo plazo».

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