Gritos y susurros

El cine de Noé no es desconocido. Su obra ha encontrado hueco en la cartelera comercial y su provocador estilo motivo de controversia. Desde 'Carne' (1991) o 'Irreversible' (2001) sus propuestas, siempre al límite temática y formalmente, se han granjeado un prestigio, muy celebrado en los festivales, cuya máxima es indagar y reflexionar sobre las posibilidades expresivas del dispositivo visual.

Como autor de mirada personal, funciona a contracorriente, rara vez repitiéndose, y dando pasos hacia delante en su trayectoria creativa. Sin embargo, 'Vortex' marca un punto de inflexión en su arrebatadora puesta en escena y ofrece uno de los grandes títulos de la temporada pasada.

Sin tapujos y medias tintas acerca al espectador una sobrecogedora historia sobre el derrumbe del cuerpo y la mente. Una devastadora crónica, en clave de drama íntimo, que se hace fuerte y muy dolorosa por su estética cercana. La naturalidad, cuando se capta en un tono muy realista, de registro documental, resulta severa e inapelable más que cualquier ficción retorcida.

Un matrimonio de ancianos, encarnados por el actor y director italiano Darío Argento y la actriz François Lebron nos abren las dependencias de su enorme apartamento para fijar en sus habitaciones su quehacer cotidiano a la vez que enseñar las garras del deterioro físico. Él con achaques de corazón, ella destrozada por el Alzheimer.

Rutina, costumbrismo y enfermedad expuesto en polivisión con la pantalla dividida en dos ventanas que muestran el declive, el desasosiego y la impotencia. Una obra mayor.