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Hace ya 35 años que Lola Flores pidió «una pesetita» para pagar su millonaria deuda con el fisco. Con aquella memorable frase de «si una peseta me diera cada español», la Faraona, genio y figura, estrenaba, sin saberlo, el primer crowdfunding en nuestro país. Ese ... mismo grito de auxilio está sirviendo hoy para que pequeños pueblos de la España vacía recuperen un patrimonio histórico que llena de orgullo a sus escasos habitantes pero que se muere de viejo y de falta de atención delante de sus narices.
Ante la falta de inversiones públicas y con las empresas privadas con el freno de mano echado en sus patrocinios, cada vez más colectivos vecinales de la España rural buscan en el micromecenazgo una vía para salvar de la ruina sus joyas artísticas, desde retablos renacentistas a órganos históricos o vetustas campanas de bronce. Y han encontrado un formidable aliado en Hispania Nostra, una asociación sin ánimo de lucro y defensora del patrimonio cultural que, en los últimos ocho años, ha ayudado a recaudar, a través de voluntariosos minifilántropos, casi 600.000 euros para rescatar una treintena de tesoros artísticos en pueblos de nueve comunidades autónomas.
«En 2014 vimos que teníamos que dar un paso más para salvar el patrimonio porque con las vías de financiación tradicionales no se llegaba. Y pensamos en la opción del micromecenazgo, que en el extranjero funcionaba muy bien y aquí también podía hacerlo, así que nos pusimos a ello», recuerda Teresa Merello, responsable de Comunicación y Micromecenazgo de Hispania Nostra. Aquel mismo año se lanzó la primera campaña para grabar un disco con un repertorio de piezas musicales que sacaba del olvido a un compositor barroco. Curiosamente ha sido la única de las 36 actuaciones relacionada con el patrimonio musical.
Cinco años después, en 2019, todo saltó por los aires (para bien) con una campaña en una diminuta aldea de Burgos, Quintanilla de Riofresno, de solo siete habitantes. Muy pocos, pero muy combativos y con una irreductible ilusión por recuperar el emblema del pueblo, un retablo del siglo XVI carcomido por el paso del tiempo, el frío y la suciedad. «Cuando nos llamaron les sugerimos que pensaran en alguna recompensa para animar a los donantes, algo simbólico». «Pero si aquí solo tenemos ovejas», le respondieron a Teresa.
Además de ovejas, en Quintanilla de Riofresno tenían mucha imaginación. Tanta que a su alcalde, un fanático de los playmobil que cada Navidad monta en la iglesia un nacimiento con cientos de figuritas, se le ocurrió ponerles el nombre de cada cooperante que aportara 10 euros.
El éxito resultó arrollador. Media comarca quería una figura con su nombre o su apodo en el belén. El suyo, el de la abuela, el de un amigo o el de la mascota.
La aldea se llenó de cámaras de televisión, consiguieron una publicidad tremenda y con aquella campaña inocente y divertida a la vez lograron ponerla en el mapa. Y, lo más importante, recaudaron 20.500 euros de 400 generosos donantes, entre ellos algunos de Reino Unido, Brasil o Estados Unidos hasta donde llegó el eco de la original y altruista idea.
«Aquello fue muy emocionante y supuso un punto de inflexión. A partir de ahí el boca a boca hizo crecer las campañas de micromecenazgo en la provincia de Burgos, y por extensión en toda Castilla y León», cuenta Merello. De hecho, una veintena de los 36 crowdfunding de Hispania Nostra, el 55% del total, han tenido lugar en esta comunidad, donde cientos de pueblos diminutos languidecen por la despoblación.
Y si 2019 fue el año de los retablos, este 2022 ha sido el del rescate de órganos históricos, como el de la iglesia de Vadocondes, también en Burgos, una joya de 1825 para el que sus vecinos han recaudado 36.800 euros de 200 micromecenas (tres veces la financiación mínima para poder empezar la restauración) o el órgano barroco de Fuentesaúco de Fuentidueña, otro motivo de orgullo para esta localidad segoviana, que rozó los 13.000 euros, apenas una tercera parte de lo que se buscaba. «No todos consiguen el objetivo», reconoce Merello, «pero siempre hay una retribución en forma de divulgación del monumento o en compromiso social porque muchos pueblos empiezan a ver en el micromecenazgo la vía para salvar su patrimonio».
Retablos, órganos, templos góticos, tumbas, campanas, casas tradicionales, castillos, bodegas subterráneas, intervenciones arqueológicas..., más de 6.100 mecenas han aportado su granito de arena en los últimos ocho años. «La media es de entre 80 y 90 euros por cooperante, pero recibimos donaciones de un euro. Cada cual da lo que puede», señala Teresa, que precisa que las aportaciones desgravan fiscalmente.
A ella un día casi se le sale el corazón cuando le llegó un cheque de diez mil euros. «Imagínate la alegría. No quiso revelar su nombre, pero estaba muy comprometido con su pueblo». Este verano ha sido el más prolífico para la asociación, que ha recaudado 150.000 euros, una cifra récord, para financiar siete intervenciones, seis de ellas en Castilla y León y tres, claro, en la provincia de Burgos, incluido el pueblo de Fuenteodra, donde sus once vecinos han logrado 45.600 euros, el doble de lo previsto, para salvar de la ruina su iglesia gótica de San Lorenzo Mártir. Desde entonces es menos mártir.
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