Gorgorito fue el primero

Cuando apenas faltaban unos meses para que las obras de reconstrucción llegaran a su fin, en la barra del café Bretón surgió una extravagante idea: estrenar el nuevo teatro antes de la inauguración oficial. Y allí que nos plantamos Enrique del Río, cámara en ristre, y yo, junto a la compañía 'La Ducha es Dicha', entre ladrillos, sacos de cemento y una vieja hormigonera. Sobre el escenario, Alberto Vidal, Fernando Alamañac y Pepe Pereza representaron su obscena versión de 'Gorgorito', con escenografía de Jacinto San Martín y Miguel Bergasa.

El día del 'estreno real', protegidos por una marquesina acristalada, esperábamos en la puerta del nuevo Bretón la presencia de la Reina, que llegó con retraso pero sonriente y cercana. Doña Sofía cumplió solícita con el excesivo besamanos y hasta los periodistas pudimos saludarla entre pasillos. Seguro que cambiar la actuación del Ballet Nacional de España, bajo la dirección de José Antonio, por una corrida de la feria de San Isidro le había alegrado la tarde.

Desde aquel 22 de mayo de hace tres décadas se convirtió el Teatro Bretón de los Herreros en el ombligo cultural de la ciudad. De inmediato acogió, entre otras actividades desperdigadas, los festivas de jazz y de marionetas o aquel festival de teatro, que había echado a andar en 1979 en una nave de la vieja Tabacalera –con sillas plegables y gente de pie–, y que siempre colgaba el cartel de 'No hay billetes'.

Eran otros tiempos.