Genocidio

La realizadora de Sarajevo, responsable de sobrecogedores dramas sobre las consecuencias de la guerra como 'Na puto' (2010) y 'Grbavica' (2006), recurre a episodios reales, aunque algunos hechos y diálogos han sido modificados a conveniencia dramática para perpetuar la memoria histórica y evitar que el atroz salvajismo de la limpieza étnica no se olvide.

La película, desgarradora de principio a fin, narra las infatigables vicisitudes de Aida (Jasna Djuricic), maestra y conocedora del inglés, como intérprete entre las fuerzas militares de la ONU y los desplazados bosnios atrincherados en un campamento de refugiados a las afueras de una ciudad. Los ecos del genocidio de Srbrenica reverberan y la tragedia que inunda la pantalla cobra un angustioso recuerdo. El infame general Mladic y los cafres Chetniks nos paran el corazón.

La acción transcurre durante el verano de 1995. Las tropas serbias entran triunfales por doquier y su cometido no es otro que aniquilar a la población civil de origen musulmán. En este crudo y desalmado escenario emerge la figura de Aida, impotente ante la barbarie que se avecina.

En medio de la intimidación y el horror, Aida es un ser privilegiado pero acorralado y trata de hacer valer su posición para intentar, a la desesperada, salvar la vida de su marido y sus dos hijos retenidos junto al resto de conciudadanos. Su febril empeño en esta tarea contiene algunas de las escenas más intensas del largometraje. Sin embargo, el espanto macabro y la ironía colateral alcanzan cima en la última secuencia y el epílogo final. Imágenes que interpelan al espectador con Ucrania cerca de nosotros.