-¿Qué balance hace después de estos años dedicado a esa época?
-He aprendido mucho de un momento extraordinario de nuestra historia que no conocemos. Es el paso del Románico al Gótico, cuando se están consolidando las ciudades que empiezan a hacer catedrales: Burgos, Cuenca, Toledo, León... Es también el paso de lo rural a lo urbano. Y es la España de la repoblación, que ahora se ha convertido en la España de la despoblación en su mayor parte.
«Con rigor histórico he querido deleitar. Que el lector lo pase bien y, si de paso aprende, fenomenal»
«La Rioja debería ver su patrimonio histórico artístico no como carga sino como recurso»
-¿Es su pasión por el arte lo que le ha llevado a la novela histórica?
-Sí, en las tres novelas he pretendido hacer ambas cosas. Por ejemplo, el avance de la España cristiana sobre la musulmana nos lleva a la toma de Córdoba y de Sevilla, dos ciudades muy representativas del mundo y la cultura musulmanes. Es asombroso. Y un personaje fundamental de este momento histórico es Berenguela, que es reina pero no es reina y que se mueve con gran inteligencia en esta peripecia, un auténtico juego de tronos, pero de verdad.
-¿Cuánto se ha preocupado de entretener sin perder rigor histórico?
-Rigor histórico absoluto. Conozco bien la época de las catedrales y me he documentado mucho. Pero he tenido el punto de vista de deleitar: que el lector se lo pase bien y, si de paso aprende, fenomenal. Que lo pase bien conociendo nuestra historia.
-¿Alguna licencia de novelista?
-Donde había dragones yo pongo obispos porque el poder de la Iglesia era enorme. Lo que al historiador le está vedado se le permite al novelista: entrar en la cámara nupcial donde se engendran los herederos, en el confesionario donde se perdonan las infidelidades o en los salones donde se fraguan las intrigas. Pero no podemos cambiar a nuestro gusto el curso de las vidas de los personajes históricos ni las fechas de sus hazañas.
-Sus novelas hacen protagonistas a mujeres que pasaron por secundarias. ¿Hay que reescribir la Historia con nombre de mujer?
-Tenían más papel que lo que nos ha llegado a través de los libros. Berenguela no solo fue reina consorte, fue reina por derecho propio y sobre todo ejerció un papel importantísimo mediante la diplomacia.
-Eso era algo que los hombres desatendían. Pero la mujer también era moneda de cambio en matrimonios de conveniencia.
-Los reyes iban a la guerra y las mujeres eran el cuerpo diplomático. Y también se les utilizaba de ese modo, claro. Se entregaba a la hija como prenda de paz: tú tenías una guerra con tu primo, lo casabas con tu hija y firmabas las paces. La paz pasaba por la cama. Bueno, los matrimonios de conveniencia han seguido hasta nuestro días entre la nobleza y la alta burguesía; unos buscan el brillo de la estirpe y otros el brillo del dinero.
-Berenguela es diplomática pero también mujer de armas tomar.
-Es una mujer refinada, porque Castilla era la corte de los trovadores; es instruida y muy inteligente. Su marido, el rey de León, que era mucho más bruto, tuvo mucha suerte teniéndola a su lado. Y cuando el papa anuló su matrimonio ella le engañó muy hábilmente en el sentido diplomático. Fue la primera en lograr reunir los reinos de Castilla y León.
-Tuvo por aliados a los señores de Haro y de Cameros. ¿Qué época riojana le inspiraría una novela?
-La época de san Millán de la Cogo- lla como momento fundacional o la del Camino de Santiago.
-¿Qué opina de esos debates recurrentes sobre el origen del castellano aquí o allá?
-Eso lo resuelven los documentos. Y Menéndez Pidal lo dejó bien claro, ¿no? Pero no tiene mucho sentido discutirlo. Esa es una gloria que tiene La Rioja.
-¿Qué opina de la gestión de nuestro patrimonio histórico artístico? ¿Es legítimo renunciar a su conservación en tiempos de crisis?
-Tenemos un problema nacional gordísimo que evidencia esa 'España vacía' de Sergio del Molino. La Rioja tiene la suerte de ser rica y tiene capacidad para dar vida a ese patrimonio en peligro. Tiene un grandísimo potencial turístico. La Rioja debería ver su patrimonio no como una carga sino como un recurso.
-Hay tres temas en su novela que están de actualidad: la unidad de España, que comienza a forjarse en esa época; los albores de Europa; y por el tercero le preguntaré al final. ¿Cuánto pesa en la cuestión catalana su origen histórico?
-Yo, antes que a la historia, recurriría a Platón: no hay peor política que aquella que divide las sociedades. Y que lo que está unido que no lo separe el hombre. No hay más que ver el cristo que tienen en Inglaterra; eso es un lío que no saben cómo salir y que les puede costar carísimo. Es un negocio en el que todos perdemos. Les ha metido en un berenjenal el tonto de Cameron...
-Precisamente: ¿sirve de algo apelar a ese sentimiento histórico europeo para que la UE sea algo más que un mercado común?
-Es un sentimiento que surge en aquellos monasterios, efectivamente. Pero la Unión Europea, con el 'brexit' y después de la incorporación de antiguos países del Este, tiene hoy una digestión difícil. La democracia no se hace por tener elecciones; la democracia es cultura de respeto. Incluso en España que ya llevamos cuarenta años, rascas un poco y mira...
-La tercera cuestión tiene que ver con la Reconquista, que en su novela es el contexto histórico natural, pero que hoy la ultraderecha ha convertido en soflama patria. ¿No cree que la utilización por parte de Vox de esa parte de la Historia es una arenga racial y xenófoba?
-Me fastidia. Yo hablo de la Reconquista con una intención totalmente opuesta. Este país está mejor que nunca. Si a unos tíos se les ha ido la olla y se han saltado el Estatut y la Constitución para tirarse por el precipicio habrá que reconducirlo con el principio de la realidad, pero no tomarlo como una religión y contagiar a los demás españoles de esa religión de 'a mí la Legión' y 'a por ellos'.
-¿Va a a dejar de ser novelista del Románico y del Gótico?
-Tengo en la cabeza alguna historia que vincule lo de hoy con lo de ayer; ver de dónde venimos y quiénes somos como sociedad. Yo he tenido la suerte de pasar de una España en blanco y negro a esta de plenas libertades. Es para estar orgulloso del país que tenemos.
-¿Cree que están en peligro esas libertades? ¿Hay que seguir luchando por defenderlas?
-Nadie regala nada. Cada generación tiene que conquistar su espacio de libertad y no perder lo heredado. Valorar lo que tenemos y saber de dónde venimos: venimos de la alpargata, del botijo y del burro. Y deberíamos pasar de la España de las libertades a los españoles de las obligaciones.
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