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Guillermo Elejabeitia
Viernes, 3 de diciembre 2021, 17:59
La emergencia que vive la isla de La Palma ha estado presente en conversaciones y ponencias a lo largo de los tres días que ha durado Worldcanic, el congreso sobre cocinas y ecosistemas volcánicos celebrado en Lanzarote. Este viernes el evento multidisciplinar quiso entrar en ... materia, reuniendo en una mesa redonda a hosteleros, productores y científicos palmeros para abordar el impacto que la erupción está teniendo en el sector gastronómico y turístico.
«Hemos pasado del comedor lleno y un 100% de ocupación hotelera a estar casi vacíos, trabajando al 20 o 30% de nuestra capacidad», explicaba José Alberto Díaz, chef del restaurante El Sitio. Su público a estas alturas del año se compone mayoritariamente de turistas internacionales, «esta crisis nos está obligando a depender del cliente local, que ahora mismo, con la que está cayendo, ha dejado de salir a comer fuera», reconocía.
Es consciente de que la erupción no va a durar siempre, e incluso augura «un boom turístico cuando todo esto pase», pero advierte que «es el momento de prepararnos, La Palma es un diamante en bruto y esta es nuestra oportunidad de desarrollar la isla con cabeza». En la misma dirección apuntaba Andrés Fernando Hernández, gerente de las salinas de Fuencaliente, hoy asoladas por un manto de ceniza. «¿Reinventarnos? A nosotros nos toca reconstruirnos», afirma. Sus padres vivieron una erupción en el año 71 en la que la lava se quedó a escasos metros de la salina, «pero esta vez no hemos tenido tanta suerte».
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De la necesidad de estar alerta para tratar de prevenir nuevas catastrofes habló el vulcanólogo Mike Sánchez Carrasco. «Lo que ha pasado en La Palma puede pasar en Tenerife en un futuro, vivimos en islas volcánicas, en Hawaii están preparados para una erupción, aquí tenemos mucho que aprender». Aunque hoy muchos palmeros miran hacia Cumbre Vieja con pavor, el experto asegura que «al volcán no hay que tenerle miedo, hay que respetarlo y aprender a comprender su funcionamiento, al fin y al cabo somos nosostros quienes hemos invadido su espacio».
A la crisis provocada por el volcán, el sector está sumando serios problemas de abastecimiento. «Ya los teníamos antes porque no somos una isla capitalina y cuesta que nos traigan suministros«, pero la erupción esta agravando un problema que además es global, »¡el aeropuerto no se abrió hasta hace 8 días!». En ese escenario, la agricultura de la isla vive presa de la incertidumbre y es incapaz de cubrir la demanda. Contaba Hernández que «se triplicaron las ventas de plátanos para solidarizarse con la isla y hemos tenido problemas para atender las peticiones», pero agradecen «el apoyo que todo el país está mostrando hacia La Palma».
El futuro a corto plazo pinta negro, pero a medio y largo plazo el magma puede dejar tras de si un reguero de oportunidades. «Es el momento de invertir en infraestructuras que llevamos décadas reclamando y de frenar el éxodo de población», apuntaba Hernández. «La erupción no es un espectáculo, es una desgracia», decía el chef Alberto Díaz, pero cuando el fuego de Cumbre Vieja se apague llegarán los visitantes, «y tenemos que conseguir que ese turismo genere el desarrollo social y económico que la isla la necesita».
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