De Alfonso a Leonor: así han cambiado los menús reales
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Los tres platos que se sirvieron el martes pasado en el Palacio Real contrastan con los doce que en 1902 degustaron los invitados a la jura de Alfonso XIIISecciones
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Los tres platos que se sirvieron el martes pasado en el Palacio Real contrastan con los doce que en 1902 degustaron los invitados a la jura de Alfonso XIIIAna Vega Pérez de Arlucea
Sábado, 4 de noviembre 2023, 00:52
Consomé, salmonetes y mousse de chocolate. Eso es, resumidamente, lo que comieron este martes los 150 invitados a la comida con la que se celebró la jura de la Constitución de la princesa de Asturias. Si nos ponemos exquisitos citando el nombre completo de los ... platos (siguiendo de paso esa moda soporífera de mencionar en las minutas hasta el más mínimo ingrediente) tendríamos que decir el menú constó de consomé de pularda con picada de setas y brotes tiernos, salmonetes con sofrito de tomate y jugo de azafrán y mousse de chocolate negro con aceite de oliva, gelatina de brandy y sopa de cacahuetes. Lo dicho: consomé, pescado y mousse, lo mismo que muchos españoles con afición a la cocina podrían servir en su casa cualquier domingo.
Seguro que el equipo de cocina del Palacio Real confeccionó los platos con las mejores materias primas y con más tino del que ustedes y yo tenemos frente al fogón, pero la brevedad de este menú llama la atención teniendo en cuenta los sensacionales banquetes oficiales que se han celebrado últimamente en España. Hace apenas un mes, durante la cumbre de la Comunidad Política Europea que tuvo lugar en Granada, se agasajó a los jefes de estado y gobierno extranjeros con una cena de 17 pases ideada por el chef Paco Morales (dos estrellas Michelin en Noor, Córdoba). No se trataba de derrochar sino de hacer diplomacia gastronómica o, lo que es lo mismo, usar el arte culinario para mejorar la marca de un país y ampliar el conocimiento que sobre nuestra cultura tienen quienes vienen de fuera.
Por razones que sólo conocen los organizadores del almuerzo en honor a Leonor, en esta ocasión se consideró que no hacía falta gastrodiplomacia y tampoco tirar la casa de la ventana. La apuesta por la austeridad que desde hace años caracteriza a la Casa Real también se extendió al apartado de vinos: si quieren ustedes beber en casa igual que si estuvieran en el comedor de gala del Palacio de Oriente, sólo tendrán que gastar los 9,75€ que cuesta el blanco As Voltas 2022 (D.O. Rías Baixas) o los entre 11 y 14€ que viene a costar una botella del espumoso At Roca Brut Reserva (D. O. Clàssic Penedés). Un chollo. Eso sí, imagino que ustedes no tienen a mano un inmenso comedor con columnas de mármol o frescos de Francisco Bayeu, y tampoco una vajilla de porcelana con las iniciales de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía. Ni la cubertería de plata del tatarabuelo Alfonso XIII, que parece ser la que se utilizó esta semana.
Precisamente es el menú servido por la mayoría de edad de Alfonso de Borbón (1886 - 1941) el único con el que podemos comparar el de Leonor. No he encontrado rastro documental del que se ofreció cuando Isabel II, con 13 años recién cumplidos, juró la Constitución el 10 de noviembre de 1843. Con ocasión de la jura del actual rey y entonces príncipe Felipe, el 30 de enero de 1986, se organizó una recepción en palacio tras el acto del Congreso pero se sirvió un sencillo refrigerio que no fue detallado en prensa, así que para comprobar cuánto han cambiado los menús reales sólo nos queda el banquete que el 17 de mayo de 1902 festejó la mayoría de edad (a sus 16 años) y la solemne jura de la Constitución por parte de Alfonso XIII.
Déjenme avisarles de que aquel convite fue fastuoso, extenso y muy a la vieja usanza aristocrática. Las minutas reales no se escribieron en castellano hasta el año 1906, de modo que el listado de platos de aquel día fue enteramente redactado en francés y estuvo compuesto en su totalidad por recetas e ingredientes extranjeros. Era lo que se llevaba, el estándar internacional de la época, y más teniendo en cuenta que el grueso de los invitados correspondió a diplomáticos procedentes de Estados Unidos, Francia, Países Bajos, China, Marruecos o Persia.
El número de cubiertos fue de 90 y el de platos, de 12. Divididos a la usanza francesa entre sopas, aperitivos, pescados, entrantes, primeros platos, verduras, asados y postres, el banquete (celebrado en la misma estancia que el de Leonor, pero con una única mesa larga en vez de varias redondas) comenzó con sopa Windsor y consommé Bragation y siguió con unos entremeses llamados «petites bouchées de prince» (pequeños bocados de príncipe), truchas del lago Leman con cangrejos del río Mosa, aguja de buey a la Vernon, paletilla de cordero de las Ardenas, pajaritos hortelanos al estilo de Nancy, jamón de Praga a la Rachel, ponche Marquise elaborado con vino Johannisberg y espárragos de Argenteuil con salsa muselina. El plato fuerte consistió en pulardas asadas al espetón acompañadas de ensalada de lechugas nuevas y el postre, en un pastel bautizado con el nombre del rey (gâteau Alphonse XIII) y en piñas glaseadas.
Para beber hubo Château Margaux (Burdeos), Château d'Yquem (Sauternes), Romanée-Conti (Borgoña), Schloss Johannisberg (Rin), champagne G. H. Mumm Cordon Rouge y los únicos guiños al producto nacional, vino dulce de Málaga y jerez Tío Pepe. Está claro que durante los últimos 121 años la gastronomía ha cambiado y los reyes también.
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