«Es la pura verdad» es un cuento de Hans Christian Andersen que me impresionó desde la primera vez que lo leí, quizás fuese la juventud, o el mensaje, o la magnífica escritura. El caso es que a lo largo del tiempo y en los ... diferentes lugares que he ocupado o me han ocupado, las historias como esa se repiten infaliblemente. El cuento narra que estando la gallina más respetable de todo el gallinero a punto de dormirse en su percha se le cayó una pluma y como era alegre y bromista dijo: «cuanto más me desplumo, más guapa estoy». Esto lo oyó la compañera y rápidamente lo contó a la siguiente ave: «aquí una gallina que se despluma para parecer más hermosa». Las lechuzas que vivían arriba de las gallinas lo escucharon, y la noticia voló entre ellas y al palomar vecino: «hay una gallina que se está arrancando todas las plumas a la vista del gallo». La indecorosa crónica viajó hasta otros corrales y regresó al gallinero inicial: ¡son cinco gallinas, cinco!, se han arrancado todas las plumas y han muerto por amor al gallo.
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Obviamente, la gallina a la que se le cayó la plumita no se reconoció en esa truculenta historia y como era respetable hizo que el hecho se publicase en el periódico para dar una lección a las gallinas y a las familias. El cuento concluye: «Y es la pura verdad: 'Una plumilla puede muy bien convertirse en cinco gallinas'».
Seguro que tú, querido lector, conoces o has vivido más de una historia como esta, no de aves sino de personas. Y es que resulta fácil convertir un hecho en un rumor y una mentira en una certeza. De ello se dan constantemente observancia en chats, en las redes y en los grupos sociales, bien sean de vecinos, amistades o políticos.
Estamos ya en pre-precampaña electoral –aunque puede decirse que los periodos de campaña, como pasa con los comerciales, no acaban nunca–, demostración de ello son los espectáculos bochornosos, las falsas promesas y las verdades engañosas que sufrimos a diario. Posiblemente de ahora en adelante veremos con mayor frecuencia caer alguna pluma que luego se convierte en cinco aves, y más correveidiles de los habituales, y más rumores sobre todo y de todos. Recomiendo, en todas las situaciones de la vida, fijarse más en los hechos o en las evidencias como diría un CSI, y en los tres filtros de Sócrates: verdadero, bueno y útil.
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No podemos evitar que se inventen rumores –la poeta Suzy Kassem decía que «quien chismorrea suele llevar aburrimiento en una mano y amargura en la otra»–, pero no debemos dejarlos circular.
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