Destruir un bosque no cuesta nada. Crearlo, cientos de años. Con esta reflexión, que puede llevarse a cualquier extremo con el género humano, se expresa el botánico y biólogo francés Francis Hallé. Mientras el hombre pulula a toda pastilla por el planeta considerándose el ... rey del espacio, un árbol, entretanto, «es el rey del tiempo», en palabras del mismo especialista.
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Varias reflexiones que engarzan con el sentimiento de protección de la naturaleza. No es sostenible negar el cambio climático. «La situación es urgente y todo lo que se haga para movilizar las conciencias se dará por bien hecho», sostiene Jesús Rocandio, director de la Casa de la Imagen y embarcado desde hace cuatro años en un proyecto titulado 'Universo Bosque', que retrata el mundo vegetal como hilo conductor, ya no solo como un elemento de pasión íntimo, sino como una necesidad de excitar las conciencias del ser humano y su desafección por la naturaleza.
«En estos últimos cuatro años ha cambiado bastante la sensación general sobre la necesidad de cuidar nuestros bosques. El énfasis que ha cobrado en los últimos tiempos el cambio climático le ha dado una nueva dimensión a nuestro trabajo», destaca mientras prepara el equipo que va a necesitar en su inminente aventura en verde.
En concreto al bosque de Bialowieza en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, un destino que ha cobrado interés informativo en los últimos tiempos debido a unas talas incontroladas en un espacio que está protegido por la Unesco y que es fuente de ingresos en su calidad de patrimonio universal.
Fue precisamente en una ponencia sobre arte y ciencia en el Jardín Botánico de Madrid cuando desde la embajada polaca se interesaron por incluir en la serie el bosque de Bialowieza en un periplo en el que se incluyen los bosques primigenios del planeta.
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En este universo personal «que ahora cobra también una dimensión global», explica Rocandio «tenemos que generar la alarma que sirva para cambiar conciencias. Solo queda un siete por ciento de bosque primigenio. Hace treinta años había un 24 por ciento. Las temperaturas a las que nos enfrentamos son inusualmente altas y cada año se baten nuevos récords», explica este fotógrafo, que trata de inspirar conciencias a través de la belleza de sus imágenes como lo hace Sebastiao Salgado.
Por el clic del disparador y el asombro del diafragma de su cámara han pasado ya escenas de la Amazonia, la Araucania (Chile) o Guinea. Toca ahora descubrir el último plató natural del bisonte europeo y el futuro y también la economía le llevarán a Siberia, Sumatra y Alaska-Canadá para cubrir el globo. Es posible, incluso, que se abran nuevas ventanas para visitar nuevos escenarios, en función de la urgencia y sensibilidad de algunos gobiernos.
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Las oportunidades se están perdiendo a la misma velocidad que la masa vegetal del planeta -cifradas en 190 ciudades de Nueva York al año- y urge plasmar, sentir y reconciliarse con la naturaleza, ya que «un paseo por el paraíso no se lo debe perder nadie», sentencia este fotógrafo.
La exposición 'Universo Bosque', que hizo una escala en el museo Würth, echará nuevas raíces, casi con seguridad, en el pabellón Villanueva del Jardín Botánico de Madrid antes de dar el salto a Chile, en una tarea de concienciación global con la belleza de lo natural como carta de presentación.
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