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Pocos le conocían como Alfonso Aragón Bermúdez, pero todos reconocen a Fofó, uno de los grandes del circo. Nació, creció y vivió en ese mágico mundo de ilusión que ahora sobrevive a duras penas a las pandemias y limitaciones legales, y que en otro tiempo ... fue llamado como 'el mayor espectáculo del mundo'.
Fofó vino al mundo un 8 de febrero de 1923 en Ulea (Murcia). Lo hizo de paso, porque a su madre le sobrevino el parto en esa localidad. Su padre era Emilio Aragón Foureaux, integrante junto a sus hermanos José María y Teodoro de los tríos de payasos más importantes de la historia del circo en España, Emig, Pompoff y Thedy. Como no podía ser menos, su madre también era una más de esta romántica farándula, la acróbata ecuestre Rocío Bermúdez Contreras. Pese a nacer en Murcia, Fofó siempre se consideró vallecano de pro, dado que la familia vivía en el popular barrio madrileño de Puente de Vallecas, donde se crió.
Para Alfonso Aragón lo más fácil era seguir la profesión de sus progenitores. Por eso junto a sus hermanos Gabriel y Emilio formaron desde muy pequeños el trío Gabi, Fofó y Miliki. Con sus números como payasos llegaron hasta las pistas del no menos emblemático Teatro Circo Price de Madrid, entonces ubicado en la céntrica plaza del Rey. Pero llegó la Guerra Civil y las funciones, en las que participaban tanto su hermana Rocío como sus hermanastras Concepción y Elena –hijas de su padre– tuvieron que interrumpirse.
La posguerra dejó una España de cartillas de racionamiento, hambre y represión política, donde la prioridad no era gastarse las pocas pesetas de que se disponía en ir al circo. En 1946, al morir su padre, los tres hermanos Aragón varones deciden emprender la aventura americana, primero en México y después Cuba. Fofó se había casado con Juana Saca –madre de sus cuatro hijos Fofito, Rody, Rocío y Adolfo–. En la isla caribeña se estrenaron en la pequeña pantalla con un espectáculo circense que ellos presentaban. Su fama les llevó a realizar giras por Estados Unidos, Argentina, Venezuela o Puerto Rico. En 1948, Fofó y sus dos hermanos debutaron como coprotagonistas en la película mexicana 'El nieto del zorro'. Tras ella, en 1955 ruedan en Cuba 'Tres bárbaros y un jeep'.
La carrera de Fofó y sus hermanos era imparable en América. Volvieron a la gran pantalla con 'Había una vez un circo' (1972) y 'Los Padrinos' (1973), ambos filmes argentinos que llegaron también a las salas españolas. Para entonces, Fofó y la familia Aragón al completo habían ya regresado a Madrid. El régimen de Franco veía educativo para los pequeños españolitos el espectáculo que los hermanos Aragón crearon para la televisión. Se dice que hasta el propio dictador no se perdía las emisiones de 'Las aventuras de Gaby, Fofó y Miliki'. Como solo había una televisión en España, primero en blanco y negro y luego en color, Fofó y sus hermanos se prodigaron posteriormente con el programa 'Cantar y reír' y 'El gran circo de TVE'.
Los niños de entonces, adultos que ahora superan los 55 años, merendaban con 'los payasos de la tele' que les preguntaran eso de '¿cómo están ustedes?'. A continuación, Gabi, Fofó y Miliki presentaban algún número circense de artistas españoles o extranjeros, antes de dar paso a lo más esperado, las aventuras de los payasos. Con los años debutaron en ellas Fotito, el hijo de Fofó, y Milikito –Emilio Aragón–, hijo de Miliki. El programa concluía con Fofó interpretando las célebres canciones de 'Mi barba tiene tres pelos', 'Hola don Pepito, hola don José', 'La gallina turuleca', 'Susanita', 'Porompopon, Manuela', 'El auto nuevo', 'Como me pica la nariz', 'Dale Ramón', 'Los días de la semana', 'Feliz, feliz en tu día' o 'Había una vez un circo'.
Fueron años de éxitos, pero en 1976 Fofó cayó enfermo de hepatitis b, dolencia que no logró superar y falleció el 22 de julio a los 53 años. Los homenajes y recuerdos se repitieron durante años. Fofó fue enterrado en el cementerio de Vallecas, barrio donde cuenta con una calle con su nombre. El féretro fue despedido por unas 25.000 personas. Fofito aseguró que «perder a un padre es muy duro, pero perder a un compañero de trabajo y a un maestro… Es muy fuerte».
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