Aunque dice no ser un hombre de grandes pasiones gastronómicas, a Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) le gustaba mucho más la carne que el pescado. Pero llegaron los malos tiempos del colesterol y, con ellos, la prohibición de excederse con ella y la ocasión ... para darle otra oportunidad a delicias como la merluza. «Hay que saber adaptarse a las circunstancias», dice. Autor de textos tan emocionantes como claros, reconoce que la Literatura le ha salvado de muchas cosas: «Me ha salvado del aburrimiento, en algunos momentos de la desesperación y, en otros, de la soledad». «Por un lado», añade, «me ha permitido estar acompañado por personajes de ficción; y, por otro, aprender un poco más del ser humano, algo que también te ayuda a estar menos solo». De Pisón, que ha hecho de la familia uno de sus temas recurrentes y sorprendentes, celebra sus 40 años de escritor tras la publicación en 1984 de 'La ternura del dragón'. Y lo ha hecho ofreciendo a sus lectores sus recuerdos narrados en 'Ropa de casa' (Seix Barral). Le gusta observar la vida, y contarla, también, desde las carreteras secundarias: misteriosas, silenciosas, inquietantes, plagadas de sutiles matices...
- ¿Por qué esa obsesión suya por la familia?
- Me fascina, me hipnotiza, me parece un tema muy complejo y rico. La familia tiene tantas cosas maravillosas como horrorosas. No hay tensiones tan fuertes como las que se dan en el ámbito de la familia; no hay, seguramente, intensidad de relación tan fuerte como las que establecen los lazos de sangre. Creo que toda familia lleva una tragedia griega dentro, que en algún momento puede estallar; y si no estalla, en todo caso podemos percibir los síntomas.
- La infancia.
- Era un buen chaval, muy lector y un niño feliz; en 'Ropa de casa' hago una especie de homenaje a mi infancia, porque yo me sentía muy querido y protegido. No tengo ningún recuerdo malo de aquellos años, aunque no descarto que la memoria modifique el pasado, borre las cosas feas y deje las más bonitas. Lo cierto es que cuando voy a Logroño me siento feliz, los nueve años que viví allí fueron de una felicidad absoluta. Además, tenía un hermano mayor que también me protegía.
- ¿Qué recuerda de sus primeras aproximaciones a la escritura?
- Ya en Zaragoza, con diez u once años, hacía mis propios libritos: redactaba en nuestra máquina de escribir y luego encuadernaba las hojas escritas. La tentación o la aspiración de convertirme en escritor estaba ya en mis juegos.
Amor
«Tenemos que cuidar a los niños para que terminen siendo buenos adultos»
- ¿Qué es fundamental?
- Haber tenido amor en la infancia. Realmente, si recibes amor de tus padres, luego ese amor se lo traspasas a tus hijos. Haber tenido una infancia feliz te obliga a hacer felices a tus hijos. Por eso, entre otras cosas, es tan importante cuidar la infancia y protegerla, porque todo lo que será y hará el ser humano después está en esos primeros años; tenemos que cuidar a los niños para que terminen siendo buenos adultos.
- Su padre falleció cuando usted tenía nueve años.
- Se murió de forma repentina y durante muchos años lo tuve totalmente idealizado. Lo admiraba sin medida, para mí era el hombre que mejor jugaba al fútbol, el que mejor cantaba, el más guapo -y no, no era nada guapo-... Muchos años después de su muerte empece a pensar: 'A ver, mi padre era militar, franquista, tengo que ver si a lo mejor hizo alguna cosa mala, algo de lo que tuviera que avergonzarme...'. Pero no, por suerte no encontré nada de lo que avergonzarme.
- ¿Cómo superó su muerte?
- Esa herida de quedarte huérfano con nueve años la arrastras toda la vida y, de hecho, en mis novelas hablo de hijos que no tienen padre, o madre, de hijos que habían crecido con una carencia importante.
- ¿No sintió rabia, por ejemplo?
- No, pero como hace mucha gente cuando se le diagnostica una enfermedad grave, me preguntaba por qué me había tocado a mí, por qué a los demás niños de clase no les había sucedido y a mí sí. Me parecía que el destino me había elegido para algo que creía muy injusto, porque yo no había hecho nada malo para que esto ocurriera. Vivía aún en una especie de pensamiento mágico.
- ¿Maduró más rápido que otros niños?
- Sí. Ves que tu madre se ha quedado sola y de algún modo te sientes obligado a apoyar. Es decir, no puedes ser un atolondrado, ni estar siempre pidiendo y reclamando. Te das cuenta de que hay otra persona que lo pasa peor que tú, que realmente ha salido perdiendo más. Esa necesidad de ser solidario con las personas que lo pasan peor que tú por el mismo motivo, te marca y te modela el carácter.
- La madre.
- Su carácter se volvió áspero. De repente se encontró con cinco niños; una viuda joven que no estaba preparada para la vida profesional y tuvo que reconstruirse o convertirse en otra persona distinta de la que estaba llamada a ser. Y eso también le provocó tensiones y le cambió el carácter. Mis recuerdos de ella en mi adolescencia son los de una mujer que estaba siempre como temerosa y cabreada a la vez, al tiempo que nos quería mucho. Tuvo que ser muy duro hacerse cargo sola de cinco hijos.
Manipulación
«Hay gente que modifica el pasado para justificar el presente o para mantener abiertas algunas heridas»
- Usted, sin embargo, en 'Ropa de casa' no se lamenta, no hace ningún ajuste de cuentas con su pasado, no deja en mal lugar a nadie, no reprocha...
- Es que no tengo reproches que hacer, me considero un hombre afortunado, un privilegiado al que las cosas le han ido bien. Me he podido dedicar a lo que más me gusta, que es escribir, y he podido vivir de ello durante cuarenta años. Además, es que cuando veo libros de autores que hurgan en su pasado para justificar alguna condición de víctimas, pienso que, precisamente, se está desvirtuando la condición de víctimas porque hay personas que lo son de verdad y no podemos pretender ocupar su lugar; si todos somos víctimas, nadie lo es, y por lo tanto quienes no tenemos motivos de queja con respecto a la vida, porque todo nos ha ido bien, hemos de proclamarlo precisamente para que quienes han tenido motivos para considerarse víctimas no queden subsumidas en una multitud. Yo no tengo derecho a quejarme.
Prosperidad
- Sus felices 20 años.
- Yo cogí los últimos años del franquismo, pero ya en mi adolescencia y juventud empieza la democracia y, a partir de ese momento, España es un país bonito, interesante; tras la muerte de Franco vivimos en muy pocos años el acceso a la Unión Europea, la derrota de los militares en el último intento de golpe de Estado de 1981, la conquista de derechos, la creación del Estado de bienestar... Con 20 años, veías que pasaban muchas cosas muy deprisa y todas buenas para todos. Los de mi generación somos los primeros que tendríamos que decir que, en comparación con todas las generaciones anteriores, somos unos privilegiados.
La Guerra Civil
«Hay que explicar muy bien la historia de España para que los jóvenes valoren la convivencia en paz»
-No son pocas las voces que vienen restando valía a los logros de la Transición.
- La Constitución es mejorable, han pasado muchos años y necesitaría unos cuantos retoques, pero lo que no podemos negar es que desde 1978, cuando accedimos a la democracia, se abrió la etapa más próspera, más libre y con una convivencia mejor entre todos los españoles, comparada con cualquiera otra anterior, con lo vivido por cualquier generación anterior. Insisto en que es verdad que todo es siempre mejorable, pero que el marco de convivencia que entonces se construyó siga vivo, y nos permita convivir en paz y en democracia unos con otros, es algo que tenemos que agradecer siempre.
- ¿Somos o no un país cainita?
- Creo que eso ya está quedando atrás. Si lees los 'Episodios nacionales' te das cuenta de que toda la historia del siglo XIX es, efectivamente, la historia de dos Españas, algo que se perpetúa a lo largo del XX. Pero creo que ese cainismo, aunque siempre quedarán residuos, ha quedado atrás, quizás, porque todavía tenemos muy cerca una tragedia colectiva como la Guerra Civil. Tenemos tan presente el recuerdo de la Guerra Civil que los españoles tendremos que seguir luchando para que eso no vuelva a ocurrir.
- ¿Qué estamos haciendo mal?
- No puede ser que las nuevas generaciones desconozcan el pasado; es decir, la falta de conocimiento sobre nuestro propio pasado podría ser lo único que hiciera que, tal vez, se encoraran los ánimos. Por eso que hay que ser muy pedagógicos en esto y hay que dar muchas clases y explicar muy bien cuál es la historia de España para que los jóvenes vean lo valioso que es la convivencia en paz.
- Usted fue el guionista de 'Las 13 rosas' ( 2007), de Emilio Martínez-Lázaro. ¿Cómo es posible que aún haya quien justifica el asesinato de esas pobres chicas?
- Las vidas humanas que están en manos de una dictadura no valen nada. Hay gente que modifica el pasado para justificar el presente o para mantener abiertas algunas heridas y algunos debates que ya deberían haberse cerrado. La verdad y la justicia deberían estar por encima de las ideologías y la historia no debería estar en manos de los manipuladores.
- Los jóvenes.
- Cuando se es joven se tiene una visión muy presentista de la vida, y lo importante es lo que les pasa a ellos en este momento como si lo mismo no les hubiera pasado nunca a otras personas. Los jóvenes de ahora viven en una situación de protección como no ha habido jamás en España, si bien hay un elemento que distorsiona: el problema de la vivienda. Ningún gobierno ha sabido afrontarlo.
Lazos de sangre
«La familia tiene tantas cosas maravillosas como horrorosas»
- ¿Dónde se sitúa hoy usted políticamente?
- Yo soy de tradición socialdemócrata de toda la vida y, de hecho, fui uno de los votantes entusiastas de Felipe González en el 82. Aunque sea por una cuestión casi generacional, eso me va a acompañar siempre, lo cual no quiere decir que esté contento con la situación que hay ahora. Me parece que la situación del Gobierno de Pedro Sánchez en manos de tantos partiditos difícilmente compatibles entre ellos hace que sea un Gobierno débil. Creo que se dejó pasar una oportunidad de oro cuando Albert Rivera se negó a gobernar [en 2019, PSOE y Ciudadanos tenían votos suficientes para formar un Gobierno de coalición]. Habría sido, en ese momento, una buena solución para España, y de eso sólo hace cinco años. Lo que no me gusta es que con un 70 u 80 por ciento de españoles que votan, digamos, opciones de centro, centro izquierda o centro derecha, al final cualquier gobierno que se monte depende siempre de algún socio extremado.
- ¿Cuál es su gran preocupación?
- Todo aquello que atente contra la convivencia es lo que me molesta. Intervine públicamente en Cataluña con mis artículos, para posicionarme contra el procés, porque me parecía que era un atentado directo contra una convivencia bastante razonable que teníamos unos y otros. Cualquier intento de boicotear o de deteriorar la convivencia en aras de cualquier cosa, de una ensoñación nacionalista o ideológica determinada, necesita de la reacción ciudadana defendiendo lo primero que hay que defender, que es precisamente la convivencia.