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Manuel de las Rivas, durante una conferencia en el Ayuntamiento en 2010 sobre el Auto de fe de Logroño. Jonathan Herreros
Adiós al maestro Manuel de las Rivas

Adiós al maestro Manuel de las Rivas

El poeta más reconocido de La Rioja desde los años 70, además de periodista y profesor de Literatura, falleció este martes en Logroño a los 85 años

J. Sainz

Logroño

Martes, 10 de agosto 2021

'De lo que ni siquiera comenzamos/ de eso tengo nostalgia'. El final de un poema para glosar el final de un poeta. Manuel de las Rivas, el poeta riojano más reconocido desde los años 70, falleció este martes en su domicilio de Logroño a los 85 años de edad a consecuencia de una crisis cardiaca. Además de a su familia, deja huérfanas a varias generaciones de literatos locales que lo tuvieron por maestro y amigo. Aunque retirado de la actividad pública desde hacía años, el también profesor y periodista de Diario LA RIOJA era un intelectual de reconocido prestigio en el mundo cultural riojano, con un posicionamiento siempre crítico e independiente digno de un ejemplo perdurable.

Además de poeta, Manuel de las Rivas (Logroño, 1936) fue profesor de Literatura Española en el colegio La Enseñanza, periodista y columnista durante décadas de Diario LA RIOJA y un vehemente dinamizador cultural cuando más difícil era serlo en una capital de provincia. Entre 1985 y 1989 dirigió la asociación literaria y cultural Calle Mayor, editora de la recordada revista del mismo nombre, y presidió el consejo editor de la Biblioteca Riojana, colección en la que editó su estudio sobre 'La relación del Auto de Fe celebrado en Logroño en 1610', materia en la que, como en muchas otras, era una autoridad con un conocimiento casi enciclopédico.

Publicó también los libros de poesía 'Tres poemas de amor a destiempo y uno más de odio' (1991), 'Fresas con nata' (1994), 'La salida del túnel (1994), 'Paraíso clausurado' (1998) y 'Veinte canciones de agosto y un epitalamio escéptico' (1999), todos ellos bajo el sello local AMG. Sus poemas han sido recogidos en las antologías 'Ático de poesía riojana' (IER, 1977), 'Poetas en La Rioja' (Fundación Pablo Iglesias, 1984), 'Antología de poesía en La Rioja 1960-1986' (Gobierno de La Rioja, 1986) y 'Un siglo de sonetos en español' (Hiperión, 2000).

Siempre será recordado Manolo de las Rivas, al igual que Roberto Iglesias, también poeta y periodista de esta casa fallecido hace más de dos años, como maestro de la llamada 'Escuela de Logroño de poesía', figuras principales y referencia magistral de la más pujante generación literaria riojana y de un grupo de poetas que iban a modernizar la escena logroñesa en años de grisura provinciana: con Ramón Irigoyen, Emilio Sagasti o José Ramo y el impulso de autores como Alfonso Martínez Galilea, Francisco Ibernia, José Ignacio Foronda, Pedro Santana, Juan Manuel González Zapatero o Francis Quintana.

Manuel de las Rivas (segundo por la derecha), con los poetas riojanos Pedro Santana, José Ignacio Foronda, Emilio Sagasti, José Ramo, Carmen Escuín, Roberto Iglesias, Francisco Ibernia, Alfonso Martínez Galilea, Juan Manuel González Zapatero y (sentada en el suelo) Lola Compairé, en el café Teorema. jesús rocandio/Cámara oscura

Como él mismo describió con su proverbial ironía en el prólogo de la mencionada 'Antología' del 86: «Por haber gozado de los favores fervorosos del uniprovincialismo autonómico, por estos cubículos riojanos hemos podido pasar, sin rompernos ni mancharnos, desde la tradicional podredumbre provinciana a la luminosa granazón regional. Feliz coincidencia, que permite seguir gozando del estiaje secular propio de nuestro inexistente pasado literario, del aislamiento creativo y creador que caracteriza a esta denominada tierra de paso, que hasta el momento ha funcionado más bien como tierra de fuga...»

Jesús Rocandio, autor de esa foto con parte de aquella generación de poetas, resume el sentir de muchos: «Estamos todos huérfanos; se nos van los sabios»

Afortunadamente las cosas han cambiado desde entonces, en parte gracias a personas como él. Su pluma, a menudo barroca pero siempre aguda y certera, también fue un importante activo periodístico que dio voz a la calle a través de estas mismas páginas durante el proceso autonomista riojano cuando los políticos todavía no sabían a qué carta quedarse. Sus columnas terminaron por convertirse en referencia obligada ante la opinión pública hasta la década de los noventa, cuando dejó de ejercer la profesión.

La noticia de su muerte, conocida a última hora de la tarde de este martes, provocó un profundo pesar entre sus allegados, amigos y antiguos compañeros; también en esta redacción, donde, junto a su recuerdo, todavía se conserva una máquina de escribir como la que él solía aporrear al redactar sus artículos. El festival de poesía Agosto Clandestino, por su parte, ha suspendido el acto en el que este miércoles estaba previsto que participase Maite González de Garay, su pareja. Y basta una voz, la del fotógrafo Jesús Rocandio, autor de esa fotografía en el café Teorema con parte de aquella generación de poetas, para resumir el sentir de muchos: «Estamos todos huérfanos; se nos van los sabios».

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