Clara Sánchez | Escritora y académica
«El éxito es lo que envidian los demás, sin envidia no hay éxito»La entrevista ·
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Clara Sánchez | Escritora y académica
«El éxito es lo que envidian los demás, sin envidia no hay éxito»La entrevista ·
«El concepto de autoría ya está en crisis» sin esperar a la Inteligencia Artificial, advierteClara Sánchez (Guadalajara, 1955) es la más reciente académica de la RAE, donde pronunció su discurso de ingreso el pasado 8 de octubre. Allí habló de la única máquina del tiempo que nos es posible usar: la literatura que nos permite viajar al pasado y al futuro, o detener la vida y fijar para siempre una imagen en nuestra memoria. Desde su debut en 1989, con 'Piedras preciosas', ha publicado quince novelas, ha ganado los premios Alfaguara, Nadal y Planeta, ha sido traducida a una veintena de idiomas, entre ellos el chino y el ruso, y goza de un éxito muy notable no solo en España sino también en países como Italia. Preocupada desde siempre por cuestiones relativas al lenguaje, es además una gran aficionada al séptimo arte. Tanto que durante cinco años fue colaboradora del programa 'Qué grande es el cine', donde se comentaban títulos clásicos. Hace unos meses publicó 'Los pecados de Marisa Salas' (Ed. Planeta) en la que aborda el debate sobre la autoría de una obra literaria, su éxito y cómo este puede producirse incluso de espaldas a quien la creó. Una cuestión, la de la autoría, que la Inteligencia Artificial ha vuelto a poner sobre la mesa. De todo ello habla en esta entrevista mantenida en la Real Academia Española.
- Cuando presentó 'Lo que esconde tu nombre' dijo en una entrevista que los malos siempre ganan. Me ha llamado la atención ese pesimismo en alguien que ha ganado tantos premios y ha llegado a la Real Academia. ¿O se refería solo a la ficción?
- Tampoco hay tanta diferencia entre vida real y ficción. Fui un poco tajante en eso, pero quería subrayar que la gente que no tiene escrúpulos puede atravesar fronteras que otros no pueden, y eso le da ventajas. Y hay quienes se han hecho un currículo de hombres malos entrenados para poner a parir a alguien. Eso hace que llamen más la atención y puedan vender mejor que otros lo que hacen.
- Hablando de la Academia, también ha mostrado siempre su preocupación por el lenguaje. Nada mejor que estar aquí para atender esa preocupación.
- Es una gran responsabilidad. Estudié Filología para tratar de conocer muy bien el instrumento de trabajo. Luego me di cuenta de que no es exactamente así y que alguien puede tener una formación muy distinta y ser novelista. Pero el resultado es que mi preocupación viene de dos lados. Luego ya, entrar en la RAE es algo que me sobrecogía porque yo estudiaba con gente que estaba aquí, como José Manuel Blecua o Gregorio Salvador. Es un privilegio acceder a la sala de máquinas donde se estudian las palabras. Otra cosa es que la RAE no impone nada, recoge los usos que la sociedad pone en práctica. Sobre todo, en un momento de gran efervescencia como el actual.
- Voy a preguntarle por la autoría. Usted es novelista, que es el trabajo probablemente más solitario dentro del arte. Y ha trabajado sobre el cine, el trabajo artístico más colectivo. ¿Cómo se entiende el concepto de autoría a partir de ambos géneros?
- El de escritor es en efecto el trabajo más solitario. Lo es no solo en el proceso de creación sino luego en el impacto de la salida del libro, que es algo muy traumático. Esa duda: ¿gustará? Tener que gustar, que por supuesto es extensivo a otras actividades, tiene un peso enorme. La angustia fundamental es esa de que tiene que gustar. Tienen que hacerlo el producto y el autor. ¿Y si no gusto? Es muy demoledor tanto el éxito como el fracaso si estás solo. Y no se habla de ello. Porque además sucede que en el escaparate están siempre los triunfadores del momento, no quienes no tienen éxito o los que lo tuvieron antes pero ya no. Es como de psiquiatra.
- ¿El concepto de autoría puede entrar en una crisis definitiva entre las obras colectivas y la ayuda de la IA?
- Ya está en crisis. Hay libros que no han escrito quienes los firman, y además ahora está la IA. Es cierto que de momento en lo creativo no funciona. Pero lo que está en crisis es la propia idea de lo que es un escritor. ¿Quieres dejar una huella en el mundo aunque en el fondo a nadie le importe esa huella o solo buscas el prestigio y como no se te ocurre nada usas un 'escritor fantasma' o tiras de la IA, a la que ni siquiera hay que pagarle?
- Y que no suele ser reivindicativa.
- Ni con ella corres el riesgo que sí tienes con el 'escritor fantasma', que es que un día se vaya de la lengua y cuente que es quien ha escrito eso que firmó otra persona. Sin olvidar otro asunto relevante: ¿y si a los lectores les gusta más el libro hecho por la IA que el tuyo?
- ¿Qué es lo más importante, la obra o el autor?
- Para mí, la obra, porque trasciende al escritor.
- Los lectores nos creemos las novelas en el sentido de que vivimos lo que en ellas sucede y en algún momento confundimos realidad y ficción. Cuánta responsabilidad para quien escribe.
- El regocijo que siente un escritor que ama la literatura reside en conmover a alguien, con su nombre o con el de otro.
- ¿Escribiría novelas con seudónimo?
- Sí. No me importaría. No tengo demasiado ego y los halagos tampoco me llenan.
- ¿Y el éxito? ¿Esclaviza?
- El éxito esclaviza. El éxito es un invento para esclavizar a la gente. Mire lo que le pasa a Taylor Swift, está esclavizada. No envidio esos éxitos. Los que me gustan son los que suponen que la vida te deja hacer lo que quieres y disfrutar. Pero, al contrario, en muchos casos lo que sucede es que se benefician de tu sufrimiento en ese camino por el éxito. En el fondo, el éxito es fracaso, al menos ese éxito desaforado. Nuestra mente no está hecha para soportar grandes éxitos, de la misma forma que no podemos soportar grandes desgracias. Hay que ser muy idiota para creer tu propio talento, que es algo subjetivo y que cambia con el tiempo. ¿Picasso estaba tan convencido de que era un genio?
- ¿El éxito es por tanto una impostura?
- El impostor real es el que más ventaja tiene porque lo sabe. Aunque eso también lo hace consciente de que pueden descubrirlo. Nadie es capaz de calibrar sus verdaderas capacidades mentales. Hay que tener algo de seguridad y vanidad, pero no titubear es raro porque el talento lo valoran los demás. Y el éxito es lo que envidian los demás. Sin envidia no hay éxito.
- Vamos, que no lo busca ciegamente.
- Soy contraria al éxito. Nos lo han vendido para explotarnos, como le decía antes. Lo mejor sería poder hacer lo que te gusta, sin necesidad de un reconocimiento que hay que mantener en el tiempo.
- En un mundo en el que Dios ha muerto, como dijo Nietzsche, un creador de ficciones es como Dios. ¿Puede haber un ejercicio semejante de soberbia?
- Escribir es un ejercicio de soberbia, claro. Por eso, para hacerlo hay que tener vanidad y osadía. Ya lo es crear un mundo y hacer que los demás participen en ello, y que compren tu libro y lo lean…
- También detienen el tiempo, o lo mueven. En el discurso de entrada en la Academia habló de la máquina del tiempo, que no es otra que la literatura. El tiempo, esa ficción por la que vivimos y morimos.
- El físico y escritor italiano Carlo Rovelli se pregunta si no será que el tiempo no existe. El tiempo es una ficción que nos hemos dado para crear las rutinas y organizar nuestra vida. Pero ¿qué es? La única máquina del tiempo que existe es la literatura.
- ¿Y el papel del lector? ¿Cuál es en este mundo en el que vivimos rodeado de ficciones? Tanto que hasta la política se teatraliza, de una gestión se hace un relato, la verdad se cuenta adornada y por entregas, la tensión se dosifica…
- Hay un suspense en todo. Todos somos narradores natos y hacemos relato de cualquier cosa que nos pasa. Contamos la vida a trozos emocionales. Aquí entra en juego la educación. Y esta debe estimular que quienes la reciben realicen un ejercicio crítico sobre la vida. Si queremos que la escuela y la Universidad sean solo fábricas de trabajadores para el sistema, dejamos de lado lo fundamental. Y lo fundamental es dar herramientas de reflexión para el juicio crítico. Es peligroso que los centros educativos se centren en formar trabajadores para las empresas. Estas son las que, para eso, deben tener sus propios centros de formación. La que se imparte en escuelas y universidades debe ir encaminado a crear lucidez. Si no, quienes la reciben se creerán cualquier tontería, o lo que los políticos les digan.
- Ahora pregunto a la autora que durante años trabajó en el estudio del cine español. La narrativa anglosajona ha servido de base para un volumen enorme de películas de gran calidad. No sé si en la española pasa lo mismo. ¿Es un problema del cine en general, de la producción, o de que nuestra literatura es menos trasvasable a la pantalla?
- El problema está en quienes dirigen las productoras, que piensan demasiado en los posibles espectadores, cuando en realidad ni siquiera saben quiénes son. También hay que afinar mucho con los guionistas. Hay mucho miedo a la originalidad. Existe una tendencia a que si algo como 'Aquí no hay quien viva' tiene éxito, se hacen cosas que no son más que variantes de eso mismo. Falta riesgo y capacidad para no ir sobre seguro, teniendo en cuenta además que nada lo es nunca.
- Una cuestión para la académica: ¿qué le parecen las recomendaciones del Congreso en materia lingüística?
- Se hacen muchos equilibrios con la gramática para eludir ciertas palabras como cuando proponen 'personas consumidoras' en lugar de simplemente consumidores. Planteamientos como este lo provoca un lastimoso problema que venimos arrastrando desde siempre. Hasta hace poco, la gramática se usaba de forma sesgada. La gramática no es machista ni feminista, es su mala utilización la que crea problemas a veces hirientes. Por lo que debemos realizar ajustes en nuestra manera de hablar. Le pongo un ejemplo: hemos dicho durante mucho tiempo 'catedrático', 'doctor', 'conductor' aunque fuera una mujer quien desempeñara esa función. Ese mal uso, sesgado y machista, ha traído estos lodos. Se quería que lo importante fuera masculino, en contra de la gramática. Y lo que ha pasado es que al corregir eso se ha caído en lo mismo pero de otra forma.
- Una escritora nunca duplicará el género en un texto literario…
- No. Una cosa es dirigirse a una audiencia y saludar: 'Señoras, señores'… o en una conferencia duplicar el género la primera vez y luego ya no volver a hacerlo, y otra es la reiteración continua que entorpece la comunicación. Muchas personas que en una tribuna pública duplican el género todo el tiempo no lo hacen nunca en una conversación informal entre amigos. Pero lo público ahora se adapta a unos criterios claramente políticos.
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