Los espejos

Los renacuajillos que saltaban por allí, estirando la pata del zangolotino, le dijeron que eso era raro. Porque sus abuelos les habían contado 'La bella durmiente', donde una madrastra muy mala se miraba constantemente en un espejo preguntándole ¿quién es la más bella del reino? O sea, que un espejo es donde nos miramos para vernos muy guapos.

– ¡Ah, no!, para nada, pequeñajos inocentes, alegó una rana bien curtida que escuchaba, mirándose de reojo en los azogues. Yo he leído un libro: 'El retrato de Dorian Gray', un hombre que hace un pacto con el diablo y no envejece nunca. Por el contrario, un retrato suyo, tan perfecto como la imagen de su espejo en el momento del pacto, acumula los años, las arrugas, los vicios y las tropelías que hace en su vida. El protagonista está joven y apuesto, pero el retrato muestra el espejo que es su alma: un horror. Así que un espejo es lo que somos por dentro.

– Eso es hablar de cuadros, dijo otra rana. En 'Don Quijote de la Mancha' hay un personaje, 'El caballero de los espejos' (por los muchos espejitos de su traje), que acapara la atención del hidalgo mediante su atuendo, y lo que pretende es luchar contra él, vencerle y que deje las andanzas de caballerías (porque en realidad 'El caballero de los espejos' es un amigo de Don Quijote). Por lo cual digo, que un espejo es solo una distracción.

El lugar se pobló de batracios discutiendo sobre qué son los espejos: inútiles, prisiones que encierran nuestro yo, puertas a la evasión, retratos,...

– Un espejo –exclamó una rana sureña– es nuestro propio reflejo. Si no, mirad a nuestros hijos-renacuajos, gritan, insultan, son mal educados, agresivos. O por el contrario son cariñosos, generosos, educados... igualito que somos los padres, aunque digamos que los culpables de sus conductas son la sociedad, la charca-clase o el clima.

Ya lo expresó Voltaire: «El espejo es un invento sin valor. La única forma de verte verdaderamente a ti mismo es en el reflejo de los ojos de otra persona».