¿Qué fue antes, el huevo o el caballo? Logroño cuenta desde el siglo XVII, como hito de la Ruta Jacobea, con una curiosidad con la que bromean los viajeros: el tamaño de los atributos del corcel de un militar y de un santo
E n una de esas películas casposas previas a la Transición, Alfredo Landa lo afirmaba: «Yo soy más hombre que el caballo del Espartero». El vínculo de la estatua del Príncipe de Vergara con el tamaño de los atributos de su caballo lleva más de un siglo vinculado a la broma y al chiste de sal gruesa, que los riojanos tenemos por propio, pero que está extendido por toda España. Es muy posible, por contra, que la fama de la montura de don Baldomero no sea original sino confusamente heredada.
En homenaje al Duque de la Victoria (1793-1879), tanto Madrid como Logroño rivalizaron, tras su muerte, por erigir una estatua ecuestre. El escultor Pablo Gibert moldeó ambas obras, la primera inaugurada en 1886 entre Alcalá y O'Donnell, y la segunda, en 1895 en el Espolón.
Nada comentaron los periodistas de la época sobre la desproporción de las partes pudendas del corcel. «El aspecto que ofrece la estatua es realmente artístico y hermoso (...) y el caballo, «admirable», escribía 'La Correspondencia de España'.
En 1991 el Ayuntamiento de Granátula de Calatrava, cuna de Espartero, encargó un monumento al escultor Lillo Galiani. Cuando el alcalde manchego visitó la obra en el taller exclamó: «Los huevos se los haces más grandes». Lillo, sin embargo, no los aumentó ni un ápice.
En 1737 la portada de la iglesia de Santiago contaba con un descomunal Santiago Matamoros pisando cabezas y mostrando atributos. Así se refiere a la escultura el historiador Antero Gómez (1857): «Bien es verdad que (Santiago, en la batalla de Clavijo) pudo aparecer ni más ni menos que como está representado sobre la portada de la iglesia de Santiago; jinete en un gran caballo, que el artista nos ofrece desmesurado en todas sus partes».
Abunda en «sus partes» Javier Pérez Escohotado cuando analiza la tradición popular riojana en el antiguo dicho 'Tienes más cojones que el caballo de Santiago'. Incluso Cillero Ulecia, en su novela 'Pascasio y Vinagre', echa más leña al fuego: «¡Jo, que cacho huevos tiene ese caballo, madre mía!».
Y es que cuando el peregrino llegaba a la fuente y estaba saciando su sed, la mirada se le iba, en un contrapicado, a los enormes bemoles del caballo.
Pronto se extendió el dicho: «Si vas a Logroño, tienes que ver los inmensos atributos del caballo». Pero al inaugurarse la estatua ecuestre de Espartero, muchos creyeron que el caballo bien dotado era el del Espolón y no el de Santiago. Además, ya en el siglo XX, un párroco muy recatado ordenó rebajar el volumen de los testículos de la montura del santo a golpe de cincel.
'La batalla de Clavijo y el voto de Santiago', manuscrito de Rodrigo de Herrera y Ribera (siglo XVII), disponible en
: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000239497&page=1.
'Espartero: su pasado, su presente, su porvenir ', por la redacción de El Espectador y el Tío Camorra (1848), disponible en
: http://www.revistaazogue.com/Azogue6-4.pdf
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