Secciones
Servicios
Destacamos
España, sus tópicos y paradojas se expresan bien en Semana Santa. La modernidad ha convertido el fervor de unos en el turismo de muchos, pero hubo un tiempo, todavía no muy lejano, en el que la Pasión era imposición del nacionalcatolicismo amparada en la tradición popular. Algunos documentos quedan de aquello que merecen ser recordados y, de entre todos, el cine es uno de los que mejor luz arrojan sobre una época tan gris.
En la película 'Calle Mayor', una mujer es víctima de la presión social, de las convenciones y del qué dirán, y su calvario es comparable al de la Virgen de la Soledad. Por una extraña carambola, el director madrileño Juan Antonio Bardem (1922-2002) terminó rodando en Logroño durante la Semana Santa de 1956, entre los meses de marzo y abril. Su primera opción había sido Palencia, pero al poco de comenzar el rodaje allí fue detenido por la Brigada Político Social.
Ocurrió durante el estado de excepción declarado por Franco tras producirse revueltas estudiantiles en los campus de Madrid y Barcelona. El Gobierno ordenó redadas masivas entre intelectuales de izquierdas y universitarios que empezaban a movilizarse activamente contra la dictadura, y Bardem, militante del PCE en la clandestinidad, era vigilado estrechamente por la Dirección General de Cinematografía. Cuando salió de la cárcel gracias a las presiones de sus productores franceses y de su protagonista americana, la actriz Betsy Blair, no quiso oír ni una palabra más de Palencia.
Alguien le habló de la calle Portales de Logroño y de la plaza del Mercado, entonces General Mola y Héroes del Alcázar, y así fue cómo la capital riojana pasó a convertirse en escenario de la cruel historia de Isabel y en la calle mayor de aquella España en la que las libertades individuales eran sometidas a un asfixiante control social. El clericalismo de la época se exacerbaba aún más durante la Semana Santa y, a pesar de que la censura recortó sin rubor una veintena de escenas, Bardem fue capaz de retratar aquella sociedad castrada y castrante en secuencias magistrales como la de la procesión, con todas las miradas puestas en la falsa ilusión de una mujer engañada, triste símbolo de todo un país.
El cine español empezaba a cambiar a imagen del neorrealismo italiano con películas de culto como 'Calle Mayor'. Pero todavía quedaba un largo camino por delante y mucha más censura que soportar. Si hay una película con la que la tijera se cebó hasta convertirla en maldita esa es 'Lejos de los árboles', un largometraje documental del barcelonés Jacinto Esteva Grewe (1936-1985), un artista heterodoxo que tardó ocho años en rodar y poder estrenar, finalmente en 1972.
Es un extraordinario testimonio casi antropológico sobre la España negra, rodado en un blanco y negro que refuerza ese primitivismo, ese país de costumbres y ritos atávicos contrario a la imagen de avance y desarrollo que entonces pretendía dar el franquismo. En su recopilación de tópicos del folclore regional y costumbres peculiares de una Iberia atrasada destaca una impresionante secuencia de los Picaos de San Vicente de la Sonsierra con amplia profusión de sangre y morbo. El fuego lo ponen los Judas, otra arraigada tradición de Semana Santa en La Rioja Baja. Muestras de una extraña pasión no tan lejana llamada España.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.