«Hola, amigo, aquí comienza mi diario de viaje, de un viaje especial a una de las tierras más fascinantes, a mi entender, de este pequeño planeta llamado la Tierra, suspendido y en evolución dentro del inabarcable y casi infinito Universo». Así comienza la primera ... aventura literaria en prosa de Santi Vivanco, autor, eso sí, de numerosos poemarios, y así comienza también la aventura del viaje que emprendió en diciembre de 2005, junto a su íntimo amigo Eduardo Ochoa, y que tres lustros después ve la luz, negro sobre blanco, empujado por el confinamiento del coronavirus. Su titulo: 'Diario íntimo en Egipto. El país de Osiris, Hathot y Maat' (Siníndice Editorial, 2020).
–El origen del libro se remonta no al año 2005 sino a varios lustros atrás y a entrañables lazos familiares.
–La primera vez que salgo de España, con 12 años, es un fuerte choque para mí; se trata de un viaje en el que mis padres nos llevan a Egipto a mi hermano y a mí. Lo recuerdo con la memoria y la inocencia de un niño: un país árabe, el desierto, el espectacular río Nilo, la historia –que ya entonces comenzaba a gustarme–... Me impactó tanto, que Egipto cautivó mi corazón y aún lo sigue haciendo.
«Fue mi primer viaje lejos de España. Tenía 12 años. Fui con mis padres y mi hermano»
«Estoy preparando una antología con mis poemas que más me gustan o sugieren»
«En estos momentos, me cuesta mucho expresar en verso mis ideas, no con la prosa»
–Desde niño, siempre quiso regresar al país de las pirámides.
–Claro, pero no quería que fuera un viaje cualquiera, hasta que en el 2005 se dieron las condiciones necesarias para volver. Acababa de publicar 'El vino de los faraones', tenía mucha relación con la Unesco en España, con la embajada de Egipto, con el Museo Arqueológico Nacional, y todo aquello me permitió poder volar otra vez al país africano, pero con credenciales de arqueólogo, lo que te permitía conocer tesoros que los turistas no pueden admirar. Invité a mi amigo de la infancia Eduardo Ochoa y a El Cairo que nos fuimos los dos.
–Como buenos arqueólogos, llevarían un abultado cuaderno de notas.
–Ambos comenzamos a escribir una especie de diario de lo que veíamos y nos acontecía jornada a jornada. Eduardo puso más énfasis en la historia y en el arte, mientras que yo apuntaba sobre todo mis experiencias y mis sensaciones. Desde entonces, he tenido varias veces la tentación de publicar el diario, pero nunca llegaba el momento idóneo.
–Y entonces irrumpió el maldito COVID-19 y la perspectiva de semanas de confinamiento obligado.
–Durante la cuarentena volví a releer mis apuntes de quince años atrás, volví a ver los vídeos, y como ahora es imposible que podamos ir a Egipto hasta dentro de años, se me ocurrió escribirlo para mi hijo, con el fin de que él conociera mis experiencias por el Nilo y, ¿por qué no?, también para mí.
La prosa y el verso
–¿Y qué sensación tuvo después de tanto tiempo?
–Al principio, tuve la sensación de que había sido mucho más reciente. Pero lo más importante es que, cuando lo escribía, me olvidaba del coronavirus, de la tragedia que estábamos sufriendo aquí. He tenido la sensación de estar en el desierto, en Sakkara, de evadirme de todo. 'Diario íntimo en Egipto' ha sido una terapia durante la cuarentena por el COVID-19, que me tenía y me tiene muy preocupado. Me hubiera gustado ir este año, en el que estaba prevista la inauguración del nuevo museo de El Cairo, pero por culpa de la pandemia tampoco ha podido abrirse al público. Cuando se pueda, ese viaje me gustaría compartirlo con mi mujer y mis hijos.
–A lo largo de su vida siempre ha escrito usted en verso. ¿Cómo se ha visto redactando en prosa un libro mitad diario, mitad ensayo, mitad relato?
–Pues me he sentido muy cómodo, quizá más que con el verso. Me encuentro en un momento en el que me cuesta mucho expresar en verso mis ideas y estoy volviendo otra vez a los diarios y a la prosa. Necesito estos géneros, como de vez en cuando escribir un diario, que me baja a la tierra y me ayuda desde un punto de vista personal. Me cura. Incluso escribí el diario de viaje de mi luna de miel a la India, pero con otro prisma.
–En el diario de Egipto leo que tan solo ha incluido un poema...
–Si buscas expresar una imagen más nítida, no tan lírica, a veces mundana, la prosa me está permitiendo ser más claro y más certero. Sin embargo, este no es un diario al uso, por eso lo he titulado diario íntimo, porque también incluye filosofía, reflexiones, pensamientos propios...
–Pero los versos siguen dentro de su cabeza y de su corazón...
–Este año 2020 es especial para mí, porque justo hace dos décadas que publiqué mi primer poemario y tres décadas desde que comencé a escribir. Hace tiempo que tenía en mente editar algo en prosa, y qué mejor que un diario de viajes; y también he realizado una selección de los poemas que más me gustan y me motivan para editar una antología.
–¿Le tienta la novela?
–Me veo escribiendo sentimientos, pequeñas historias, pero urdiendo una trama, la verdad que, por ahora, no.
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