
Fue un mito viviente y hoy casi una desconocida. La escritora Reyes Monforte (Madrid, 1975) rescata la figura de la soprano española Adelina Patti en ... su última novela, 'La Diva' (Plaza & Janés). La autora de best sellers como 'Un burka por amor' (2007) participa hoy (19.30 horas) en el Aula de Cultura de Diario LA RIOJA, en el Centro Cultural Ibercaja, con la historia olvidada de toda una celebridad.
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– ¿Cuándo y cómo descubrió este personaje?
– Fue pura casualidad, como casi siempre con mis personajes. Estando de vacaciones en Reino Unido, en el sur de Gales nos propusieron conocer el gran castillo de la diva española, la Patti. Yo, que me encanta la ópera, no tenía ni idea de quién me hablaban. El descubrimiento de una mujer así fue sorprendente.
– Nació en España ocasionalmente. Sus padres eran italianos y se crió en Estados Unidos.
– Sus padres era un tenor y una soprano haciendo temporada en Madrid y ella nació en una pensión en la calle Fuencarral. No es cierto lo que decían los periódicos, que su madre la tuvo en el escenario cantando 'Norma', pero ella no lo desmintió para alimentar su leyenda. Los italianos la convirtieron en su ídolo. Pero es española a todos los efectos.
– ¿Cree que es poco conocida en España porque aquí la ópera es menos popular?
– No creas, también hemos tenido grandes figuras muy reconocidas, como Plácido Domingo o Montserrat Caballé. Ella fue más célebre en su época que la Callas en la suya. Pero ahora es diferente. En el siglo XIX la ópera era casi obligatoria, era un espectáculo muy reconocido tanto por las clases altas como por las clases populares. No tenían otra cosa. Ahora además tenemos peor memoria y enseguida nos olvidamos de las figuras importantes.
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– ¿Cuánto espacio deja a la ficción la vida de una figura con tanta notoriedad?
– Bastante. 'La Diva', de hecho, no es una biografía de Adelina Patti, es la excusa para contar la segunda mitad del siglo XIX. Ella es un bombón de personaje pero todos los que tuvieron relación con ella dan pie a novelar mucho.
– Está rodeada de personajes históricos de primer orden.
– Fue la soprano favorita de la reina Victoria y confidente de Isabel II, le encantaba a Lincoln, al zar Alejandro II, a Napoleón III, fue musa de Tólstoi y de Oscar Wilde, que la incluyeron en 'Anna Karenina' y en 'El retrato de Dorian Gray', Galdós estaba enamorado de ella... Todos la reverenciaban como a una diosa; no exagero.
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– Ciertamente parece una mujer extraordinaria en todo. En primer lugar, como artista.
– Era milagrosa. Por lo que cuentan las crónicas era algo espectacular, lo nunca visto. Tenía unas cualidades vocales deslumbrantes: los trinos, los gorjeos, las escalas... Muchas sopranos trataron de imitar su técnica. Primero triunfó en Estados Unidos, fue niña prodigio, debutó en Broadway con ocho años. Pero para ser la reina de verdad tenía que viajar a Europa. Conquistó templos de la lírica como el Covent Garden, La Scala, la Ópera Garnier el teatro imperial de San Petersburgo... Fue la verdadera reina de la ópera.
– ¿Actuó en España?
– Le costó, pero vino cinco veces a Madrid, siempre con la polémica de que cobraba demasiado. En Valencia y Barcelona solo estuvo una vez porque la única vez que escuchó silbidos fue en Barcelona. Fue porque un tenor al que había despedido por negarse a cantar una ópera contrató a un grupo de espectadores para que reventaran el estreno.
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– También se dice que fue la mayor celebridad. ¿Se le subió la fama a la cabeza?
– Yo no diría eso. Es cierto que vivía como una diva en un mundo que ya era elitista de por sí. Pero es que era una diva, era una diva todo el día, ella se sentía así y hacía que todo el mundo a su alrededor la tratase como tal. Pero era siempre muy generosa con los menos favorecidos.
– Destacó por ser la artista mejor pagada.
– La ópera, como todo, estaba dominada por los hombres y ella no dejó que la hicieran de menos por ser mujer. Tenía un papagayo al que enseñó a decir 'más dinero, más dinero' cuando entraba un empresario en la sala. Cuando le propusieron hacer una grabación, preguntó cuánto había cobrado Caruso y exigió el doble. Son anécdotas, excentricidades, si quieres, pero es cierto, pedía mucho dinero para que la respetaran.
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– Más allá del mito, ¿qué mujer ha descubierto usted?
– Una mujer empoderada de verdad. Ella ya facturaba en la segunda mitad del siglo XIX (risas).
– ¿No es excesivo presentarla como precursora en la defensa de los derechos de la mujer?
– No lo creo; en cierto modo lo era, aunque no tomase la bandera feminista. Ella defendió lo suyo. Calló bocas, cuando en la época victoriana era la mujer la que tenía que quedarse en casa calladita. Y se casó tres veces, casi siempre entre escándalos.
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– ¿Alguna vez por amor?
– La Patti, enamorada, enamorada, nunca estuvo, excepto de sí misma y de su arte.
– ¿Qué siente al escuchar las pocas grabaciones que existen?
– Ella decía que la ópera era para escuchar en el teatro. Me da un poco de rabia que la calidad no sea muy buena. También es cierto que lo que se conserva está grabado cuando ya era mayor. Me habría encantado escuchar aquella voz.
– Y a quién no. Háblenos de usted. 'La Diva' llega un año después de 'La condesa maldita'. Es sorprendente, dos novelas históricas tan extensas y tan seguidas.
– Me gusta mucho la novela histórica. Lleva mucho trabajo, pero así es esto. Ya estoy escribiendo la siguiente para el año que viene.
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– Y no me va a contar qué personaje la inspira, claro.
– No, porque la editorial me mata.
– Desde 'Un burka por amor' todo han sido éxitos.
– No me puedo quejar, todo han sido best sellers. 'Un burka por amor' lleva más de dos millones vendidos solo en España y se ha traducido incluso al albanés.
–¿Piensa en dinero, como la Patti?
– No (risas). ¿Cuando escribo? No, pienso en la hipoteca. Me siento afortunada de poder dedicarme a lo que me gusta y, de momento va bien la cosa, espero que no se tuerza.
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– ¿No encuentra personajes interesantes en la actualidad?
– Hay muchos personajes que merecerían una novela, buenos y malos. Pero a mí me gusta más la novela histórica, da menos problemas.
– ¿Por qué?
– Porque los actuales se quejarían incluso sin leer el libro. Además, seguimos repitiendo los mismos errores que aquellos personajes del pasado. Yo prefiero tener la perspectiva de la historia, el tiempo te permite ver a las personas de forma más justa.
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