«Los partidos nacionalistas son el principal obstáculo para la libertad»

– ¿Por qué es necesario recordar los valores de la Transición?

– Vivimos un momento muy complicado, no solo por la vida política sino por la propia evolución de los acontecimientos en España. Por ello, creo que es bueno reivindicar el espíritu y los valores de la Transición, porque fue un proceso modélico, que permitió superar un pasado convulso y poner en marcha un proyecto que desembocó en la primera Constitución. También inició uno de los periodos de mayor progreso de desarrollo en nuestro país a través del diálogo o el consenso. Eran valores de renuncia y, sobre todo, escenarios en los que todas las fuerzas políticas fueron capaces de aunar sus ideologías en la Constitución, con unas leyes que respondieran a las necesidades de la sociedad española y, sobre todo, que establecieron un sistema democrático ejemplar, con una división de poderes nítida y con un control del ejecutivo claro. Todo eso hoy ha desaparecido o está en gravísimo riesgo porque algunas de las fuerzas políticas que integran el Gobierno de coalición social-comunista son las herederas de los partidos que, hace 40 años, votaron en contra de la Constitución y que hoy continúan en esa misma postura de establecer un sistema político muy distinto al de un país democrático. De ahí el título 'Elogio de la Transición', que pretende defender lo que fue aquel proceso político ejemplar y demandar que aquellos valores vuelvan a ser recuperados, al menos por los partidos mayoritarios.

– ¿Cuál es la razón de que no se valore el esfuerzo llevado a cabo durante la Transición?

– Una de las razones principales es la mayoría parlamentaria que sustenta el Gobierno y los actos sobre los que se ha constituido esa mayoría, que son concesiones que se hacen a los partidos contrarios a la Constitución, al modelo de Estado que tenemos hoy en España, y a la continuidad del proyecto nacional español. Algunos de ellos están vinculados al terrorismo criminal de ETA o que no han dudado en realizar un golpe de Estado frustrado como el de los independentistas catalanes hace tres años. Son minorías que están vinculadas a una parte del Gobierno social-comunista que intentan imponer su proyecto ideológico con una visión excluyente y con una transformación en cuestiones importantes de la sociedad que no responden a la demanda de la ciudadanía y que van en contra de las opiniones mayoritarias. Un ejemplo es la ley del 'solo sí es sí', en la que no se defienden los derechos de las minorías, sino que se imponen unos modelos determinados y se excluye cualquier opinión alternativa, lo que es grave y preocupante.

– ¿Cuesta alejarse de las imposiciones?

– Sí, porque se está conformando una mayoría silenciosa pero contraria a lo que está sucediendo. El principal problema que hay en España es el olvido, todo porque hay una sucesión de dislates que nos hacen olvidar el anterior. Han sucedido hechos muy graves como la Ley de Memoria Democrática, que ha roto la reconciliación nacional, que es la piedra angular de la Transición. Con todo, la principal amenaza que tiene hoy la democracia española son las aspiraciones independentistas de los partidos nacionalistas. Una vez más, los partidos y las ideologías de corte nacionalista son el principal obstáculo para la convivencia y la libertad en nuestro país. De hecho, estos adversarios de la Constitución, del propio concepto del proyecto nacional español, no ocultan nunca sus pretensiones de romper la unidad de España y alcanzar la independencia.

– ¿Qué radiografía puede hacer de la situación política actual?

– La situación está marcada por la necesidad de rechazar el modelo político que se está imponiendo. El Gobierno controla el CIS, el Tribunal Constitucional o el INE, y los partidos nacionalistas han establecido un control absoluto del proceso educativo y un instrumento de adoctrinamiento que les permite conformar una mayoría en torno a sus mitos y supuestas señas identitarias. Vivimos un momento difícil, en el que la continuidad y la defensa de un modelo constitucional, de libertades, de Estado y de un proyecto nacional que tiene más de 500 años está en riesgo porque se intenta implantar una cosa muy distinta. Es un momento grave porque también asistimos al encaje y creación de un proyecto de convivencia social marcado por la voluntad de las minorías en cuestiones importantes como la familia o el género.