Secciones
Servicios
Destacamos
Esencial, despojada, ensimismada y misteriosa. Así es la pintura de Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964), maestro italiano que arrinconó la figura humana y con el que la fundación Mapfre abre temporada. 'Morandi. Resonancia infinita' se titula la muestra que reúne 109 obras del enigmático pintor ... y que la fundación acoge en su salas de Madrid hasta el próximo nueve de enero.
Recorre toda la obra de uno de los artistas «más significativos e inclasificables en la historia del arte del siglo XX» según las comisarias de la exposición, Daniela Ferrari y Beatrice Avanzi, conservadoras del Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto. Celebra la obra de un «maestro de maestros» y la confronta con la de sus herederos.
Morandi apenas viajó fuera de Italia y permaneció casi toda su vida enclaustrado en su casa-taller de la Via Fondazza, en Bolonia. Allí se concentró de forma obsesiva en la pintura de objetos cotidianos: frascos, cazos, botellas, quinqués, jarrones y otros enseres, además de flores y solitarios paisajes. Pretendía crear «un conjunto armonioso de colores, formas y volúmenes que obedecen exclusivamente a las leyes de la unidad, como la belleza de los acordes», según señaló Ardengo Soffici.
Reconocido como «maestro de maestros», la poética Morandi, fue «una de las más desafiantes y trascendentes de la historia del arte del siglo XX», según Ferrari y Avanzi. La exposición recorre toda su producción a través de siete secciones que abordan los temas más queridos por el artista, en especial las naturalezas muertas, paisajes y bodegones florales. En las que se concentró después de destruir gran parte de su obra tras la Primera Guerra Mundial.
Destacan en el inicio de la muestra piezas tempranas como 'Bañistas' (1915) y 'Autorretrato' (1925), dos de los siete raros ejemplos de la representación de la figura humana en la producción de Morandi. Se vuelca después 'pintura metafísica', nacida para superar el futurismo de Marinetti con un tipo de arte más en consonancia con los nuevos realismos y la vuelta al orden. Tras trabajar con los fundadores del movimiento, Giorgio de Chirico y Carlo Carrà, las obras de Morandi se poblaron de maniquíes, esferas y elementos geométricos propios de la nueva tendencia y de una pintura que genera extrañamiento, como si lo representado fuera más allá de lo real.
Tras alejarse de toda tendencia, moda o vanguardia, Morandi encontró en los objetos cotidianos su coherente enigmática e inmutable poética. Pinta con pequeñas variaciones en función de la paleta de color y los cambios de luz. Repite las naturaleza muertas y los motivos florales: las botellas, jarrones y las flores son temas fecundos para desarrollar un lenguaje que busca una relación directa con la realidad. «En las obras de Morandi, parece que son las propias cosas las que hablan el lenguaje de la pintura», señalan las comisarias. «Con cada cuadro trata de responder a una pregunta: no se trata de qué pintar, sino de cómo pintarlo», agregan.
El paisaje, solitario y marcado por el cubismo de Picasso y Braque, es el otro género favorito de Morandi. De nuevo, repite casi siempre un mismo motivo: los alrededores de su residencia de veraneo en Grizzana, o el patio de su casa en Bolonia vista a través de la ventana. «Son composiciones severas, devotas del naturalismo y altamente estructuradas, rasgo heredado de Cézanne», explican las expertas italianas. Pintadas en el interior, Morandi utilizaba a menudo un telescopio o una ventana que funcionaban como marco del lienzo. Seguía una tradición del Renacimiento que convierte al pintor boloñés «en un fiel continuador del humanismo».
El legado de Morandi «es una piedra de toque del arte contemporáneo y una de las preguntas más difíciles de responder es por qué se aisló del mundo», plantea Carlos Martín, conservador jefe de artes plásticas de Fundación Mapfre que recuerda como la existencia del pintor «estuvo marcada por la soledad y la monotonía». «Apenas viajó, no se le conocieron relaciones sentimentales en toda su vida y solo trabó amistad con un selecto grupo de personas» señala.
Su gran influencia alcanza a un amplio abanico de creadores de distintas sensibilidades que interpretaron su repertorio. La exposición, la más importante del artista en España desde la que celebró el Museo Thyssen en 1999, incluye así una selección de obras de una veintena de artistas contemporáneos que desde distintos medios -fotografía, pintura, escultura, cine, literatura cerámica-, dialogaron con el ensimismado pintor italiano. Creadores tan diversos como Tony Cragg, Juan José Aquerreta,Tacita Dean, Joel Meyerowitz, Luigi Ontani, Rachel Whiteread, Edmund de Waal, Alfredo Alcaín Dis Berlin, o Gerardo Rueda.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.