![El enigma de 'la faraona' de París](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/202010/08/media/cortadas/faraona1-RjElZxWQyKk4AR89Sqx1xrL-1248x770@RC.jpg)
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Su efigie recuerda a la de 'La condesa descalza' de la película de Mankiewicz. La escultura de mármol de una bellísima mujer, aparecida en julio en un rincón del cementerio parisino Père-Lachaise, es un poético y creciente misterio. Se erige sobre una tumba aún vacía y de propietaria anónima. Nadie sabe quién es, lo que alimenta el enigma sobre la inquietante dama de mármol del cementerio más famoso de París. Está en el 'Carré des Romantiques' (la parcela de los románticos), la más antigua del legendario camposanto donde descansan Chopin o Jim Morrison. Es una figura de mármol de Carrara de 1,85 metros de altura. No hay leyenda en su placa y hay quien apunta un leve parecido con la actriz Catherine Deneuve.
Se sabe que Gérard Lartigue es autor de la escultura y que aceptó el encargo sin conocer aún su destino. Cuand recibió una nueva llamada preguntándole si esculpiría la obra para el Père-Lachaise, aceptó sin pensárselo. El artista guarda el secreto. No desvela quién es su cliente.
«No se rechaza una posibilidad así», cuenta a AFP. La de colocar una pieza en uno de los cementerios más famoso del mundo, entre las tumbas de Molière, Balzac, Proust, Maria Callas, Oscar Wilde o Camus, y que visitan más de tres millones de personas al año. Lartigue recibió en su taller un bloque de 700 kilos de mármol y trabajó durante seis meses para crear la bella efigie que él llama 'la faraona', por la pasión de la propietaria por la reina del Antiguo Egipto Hatshepsut.
Construido en 1804 sobre una colina del noreste de París, el cementerio alberga 70.000 sepulturas y 26.000 nichos. Está lleno de historias asombrosas y legendarias, como las de las monumentales borracheras sobre la tumba de Morrison, los besos con pintalabios sobre la de Oscar Wilde, o las visitas esotéricas a la del padre del espiritismo, Allan Kardec.
La de 'la faraona' no es la única sepultura anónima. Hay, por ejemplo, un nicho sin nombre, apellido, ni fecha con la inscripción: «No es no». «Es el epitafio más nihilista imaginable», dice Bertrand Beyern, escritor que se autodenomina «necrósofo» y que recorre los cementerios desde su adolescencia. Cita otra tumba de una señora fallecida hace 150 años en la que el viudo escribió: «Espérame mucho tiempo».
Alzar un monumento funerario en Père-Lachaise requiere la autorización del conservador del cementerio y un informe favorable del arquitecto de Patrimonio de Francia. En teoría, no se puede erigir una sepultura antes de morir, lo que alimenta más la intriga. En el cementerio, con todo, se ven las tumbas más extrañas: André Chabot, fotógrafo especializado en arte funerario, eligió para su sepultura una enorme cámara fotográfica de granito negro colocada en el interior de una capilla. No tiene nombre y sí un código QR que remite al sitio web del artista al escanearlo.
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