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El trabajo de una orquesta se concentra entre los meses de abril y octubre. Huelga explicar, por tanto, el gran quebranto económico que para ellas está suponiendo –conjugable en futuro– el parón por la crisis sanitaria del COVID-19.
«La situación es excepcional para todos los sectores, pero nosotros podemos ser los últimos en salir a escena», lamenta Jordi Formoso, representante de la orquesta Pasarela Rioja. «Que vamos a tener grandes pérdidas económicas es algo que ya todos lo tenemos asumido, aún así, no perdemos la esperanza de poder subirnos al escenario, aunque sea hacia el final del verano», confía.
Más que una esperanza es una necesidad urgente. «Es habitual que las orquestas subsistamos todo el año con lo que trabajamos en verano. Desde noviembre del 2019, cuando terminamos la temporada pasada, estamos pagando sueldos, inversiones, hemos renovado y arreglado todo el material... Estamos hablando de un año y medio sin generar ingresos. ¿Qué empresa puede soportar eso?«, se pregunta el calceatense. «Tenemos préstamos, locales alquilados para ensayos y las pérdidas son tan asombrosas que no sabemos cómo vamos a salir de esta», añade al oscuro panorama que ya tienen encima.
El músico se pregunta que «si se puede ir a bares, terrazas y la siguiente fase se abrirá el turismo, ¿por qué no se puede hacer lo mismo con las orquestas, con horarios y condiciones especiales?». Dice que este es el momento de facturar para sobrevivir todo el año, aunque ahora mismo ya tienen muchas puertas cerradas como consecuencia de las suspensiones o aplazamientos de fiestas consumados por muchos municipios. «Sin ingresos y sin ayudas, muchas orquestas ya no llegarán al año que viene», vaticina.
El músico pide «no cancelar las actuaciones con meses de antelación, sino esperar a ver cómo evoluciona el virus, para no crear este pánico adelantado», dice. También pide al Gobierno «que mire hacia la cultura y las tradiciones», a lo que añade que «muchos pueblos no pueden concebir sus fiestas sin orquestas, que son el referente cultural de la España vaciada». Y tiene un ruego para los ayuntamientos riojanos: que consuman producto local. «En la Rioja estamos prácticamente solos como orquesta grande», deja caer. La formación musical la componen 18 personas (13 músicos y 5 en labores de montaje, técnicos, etc).
Es un parón económico, pero sus integrantes siguen al pie del cañón, aunque no sea sobre un escenario. «Los músicos, bailarines y cantantes siguen ensayando desde el confinamiento, a la espera de que se clarifique la situación. Las actuaciones requieren estar a un buen nivel físico», indica Formoso.
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