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El genio de Leonardo da Vinci cambió el mundo. Pero en España el efecto Da Vinci se dejó sentir con enorme fuerza en el Siglo de Oro. A la corte de Felipe II llegaron a finales del siglo XVI quizá un veintena de libretas de ... Leonado de la mano del arquitecto y escultor Pompeo Leoni, la mayoría de ellas hoy perdidas. Las conocieron y estudiaron muchos artistas, arquitectos e ingenieros de la época y su decisiva influencia quedó plasmada en sus trabajos.
En ese potente 'efecto Da Vinci' que hizo de Madrid la capital del conocimiento técnico y científico del Siglo de Oro indaga la exposición 'El ingenio al servicio del poder'. La acoge hasta el 16 de mayo la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y reúne más de 80 piezas cedidas por 23 instituciones. Cuenta cómo esos fabulosos manuscritos y dibujos presentes en España durante décadas iluminaron la ciencia y la tecnología en el reinado de Felipe II.
Subtitulada 'Los códices de Leonardo da Vinci en la corte de los Austrias' testimonia y rastrea la llegada a España de los originales del genio renacentista que harían de Madrid «un foco de ciencia y tecnología y conocimiento impresionante que atrajo a artistas, científicos y técnicos». Así lo sostiene Magoga Piñas Azpitarte, una de las comisarias de la muestra en la que los grandes protagonistas son los códices ausentes. Como los dos manuscritos de Leonardo, los Códices Madrid I y II, conservados en la Biblioteca Nacional, de la que no pueden salir, y que fueron milagrosa y misteriosamente hallados en los años sesenta del siglo pasado.
«A España llegaron muchos más, quizá una veintena de códices, pero la mayoría desaparecieron. Muchos volvieron a Italia y de ahí se repartieron por el mundo, aunque persiste un gran misterio sobre qué pasó con ellos», explica la comisaria. No descarta que algunos «ardieran en los incendios de grandes bibliotecas».
Muchos de los mejores artistas y técnicos de la época, en especial quienes trabajaron en el círculo del escultor Pompeo Leoni en las obras del Monasterio del Escorial, pudieron acceder a los códices. Figuras como Juan de Herrera, Juanelo Turriano, Jacopo da Trezzo (Jacometrezo), Pedro Juan de Lastanosa o Jerónimo de Ayanz, quienes absorbieron como esponjas lo que vieron en unos cuadernos cuyo rastro se pierde cuando Leoni muere en 1608 y los hereda su hijo Miguel Ángel Leoni.
Adquirieron un conocimiento que daría pie «a patentes y tratados alucinantes», según Piñas. Se refiere a ingenios como la máquina de vapor de Jerónimo de Ayanz, cuyos bocetos se inspiran sin duda en los de Leonardo, o al manuscrito 'Los 21 libros de los ingenios y de las máquinas', «el primer tratado hidráulico de Europa», que para la comisaria es «de una belleza comparable a los manuscritos de Leonardo». «Cuando Leoni murió sus herederos dispersaron los cuadernos, pero casi toda la documentación sobre maquinaria creada por Da Vinci que hemos visto a lo largo de la historia estuvo algún día en España», insiste Piñas, especialista en recreaciones históricas, paisajísticas y arquitectónicas.
La muestra constata «cómo en España se hacían entonces cosas muy similares, con ingenios y desarrollos tecnológicos parecidos», y cómo «algunos de ellos ofrecen indicios de que pudieran haberse inspirado en esas legendarias libretas de Leonardo». Piñas se refiere a las huellas de lectura halladas en algunas páginas de los códices de Leonardo, con anotaciones en castellano hechas por estudiosos. Una práctica habitual en la época y que podría animar a otros investigadores a averiguar quiénes pudieron consultarlas.
La exposición reúne 81 obras entre pinturas, esculturas, instrumentos científicos y técnicos, manuscritos, libros, planos y grabados procedentes de más de veinte instituciones nacionales e internacionales y colecciones particulares. Incluye aparatos empleados durante los siglos XVI y XVII, dos esculturas atribuidas a Pompeo Leoni, y seis dibujos relacionados con Da Vinci del archivo de la Academia de Bellas Artes. Algunos son copias pero tienen mucho valor, como la de 'Combate entre un dragón y un león', famosa obra de Da Vinci, cuya copia se tiene por la más antigua de un dibujo perdido del genio italiano. Su origen se analiza en un montaje digital que recrea en 3D las copias realizadas desde el XVI al XVIII.
Ceden las piezas instituciones como la Biblioteca Nacional, los museo del Prado, Arqueológico y de Santa Cruz en Toledo; Patrimonio Nacional; el Archivo General de Simancas y el Histórico de Protocolos de Madrid; la Biblioteca de la Universidad de Turín, o la propia Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Junto a Magoga Piñas ha trabajado un equipo pluridisciplinar de comisarios del que forman parte Nicolás García Tapias, Elisa Ruiz, Daniel Crespo, Almudena Pérez de Tudela, Mariano Esteban Piñeiro, y Almudena Palancar.
Expertos en ingeniería, matemáticas o historia colaboran en un catálogo cuyos artículos abordan desde distintas perspectivas el esplendor científico, técnico y cultural del siglo XVI y su posterior influencia.
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