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Recuerdan ustedes cuál fue la última ópera que vimos en Logroño inmediatamente antes del confinamiento? Pues fue un espléndido 'Don Giovanni' el domingo 9 de ... marzo de 2020 en el Teatro Bretón. Dos días después, el martes 11, volvía mi hija del cole radiante de alegría porque cerraban los colegios dos semanas. El resto lo conocen bien, que bastante tocados nos dejó a todos. Entonces ya me pareció un desafío importante para una compañía como Ópera 2001, que funciona admirablemente con presupuestos muy ajustados, enfrentarse a un título como 'Don Giovanni', que, aparte de ser una de las grandes referencias de la historia de la ópera, es una ópera cara, con nada menos que ocho personajes protagonistas, a sumar a las exigencias de precisión musical que demanda el genial Mozart a cantantes, director y orquesta. En esta ocasión, igual que en aquella, el resultado ha sido verdaderamente ejemplar.
Esta vez, a diferencia de 2020, la versión ofrecida era prácticamente completa, incluyendo el moralizante sexteto final tras el descenso de don Juan a los infiernos, y además volvían a interpretarla cuatro de los solistas de la función de 2020: el libertino don Juan y el trío de máscaras, doña Ana, doña Elvira y don Octavio. El barítono Paolo Ruggiero mostró un don Juan solvente y avasallador, con una voz poderosa, algo atenorada en los agudos, junto a una notable prestancia escénica; no tiene un canto puramente mozartiano, pero nos ofreció un don Juan bastante más que brillante. A su lado, el bajo-barítono Alberto Bianchi redondeó un magnífico Leporello con la chispa adecuada, y fue muy aplaudido en su famosa aria del Catálogo. Al igual que hace tres años, el tenor japonés Haruo Kawakami lució una voz de pequeño calibre y timbre frágil en el papel de Don Ottavio; tiene gusto y estilo mozartiano cantando, pero falto de emoción. Resolvió divinamente su difícil aria 'Il mio tesoro' con todas sus agilidades.
De los personajes femeninos comenzaré por la poderosa Donna Anna de la soprano coreana Yeonjoo Park que lució una voz voluminosa y penetrante, hasta en exceso, al servicio de un canto de buena factura, resolviendo con soltura las agilidades del 'Non mi dir'. Tampoco estuvo manca de potencia la soprano francesa Héloïse Koempgen que compuso una Donna Elvira de muchos quilates, con apostura escénica y calidad canora: excelente su temida aria 'Mi tradì quel alma ingrata' con todas sus dificultades resueltas con brillantez. Formidable sorpresa la joven mezzosoprano Mar Esteve i Rodrigo que cuajó una preciosa Zerlina, desenvuelta y aterciopelada, con aroma 'Berganza'. Una cantante a seguir de cerca. Su compañero en la ópera, el rústico Masetto, fue espléndidamente encarnado por el joven bajo-barítono italiano Gaetano Merone, con bella voz, buena línea de canto y buen desempeño escénico. Por último, resaltar la imponente voz del bajo ucraniano Viacheslav Strelkov en un sólido y relumbrante Commendador.
La escenografía mejoró con creativas proyecciones y el movimiento en escena estuvo muy bien coordinado. El Coro Lírico Siciliano, que no tiene mucha presencia en esta obra, estuvo muy bien y la orquesta, que empezó bastante floja en la obertura, fue calentando, pero, aun así, no alcanzó los estándares de excelencia de anteriores visitas. Mención especial para el director eslovaco Martin Mázik que supo conducir con brillantez y control toda la obra, insuflando una gran vitalidad musical. El público aplaudió y braveó generosamente a estos fenomenales artistas. Mozart seguro que también lo habría hecho.
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