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Que 57 años después de su muerte se siga hablando de Walt Disney como si estuviera vivo constata el éxito de su fábrica de sueños. El padre de Mickey Mouse fue un visionario que se vio a sí mismo como el demiurgo de los sueños infantiles, un hombre que se hizo a sí mismo trabajando junto a su padre en una fábrica de mermelada y que acabó siendo el productor independiente más premiado en la historia del cine, con 32 Oscar.
«La mayoría de la gente cree que Walt Disney hacía cosas para niños de puro bondadoso que era, pero se olvidan de que ganaba millones de dólares con eso», recordaba Bill Walsh, guionista de las tiras cómicas del ratón y de películas como 'Mary Poppins'. Sus aportaciones al género de animación resultan innegables. No inventó los dibujos, ni el sonido, ni el color. Pero consiguió reunir todos esos elementos y levantar un imperio personal sobre el trabajo de muchos otros. Nadie ejemplifica mejor el 'American way of life'. El mago de Burbank era una figura en apariencia paternal y benévola, a quien sus colaboradores profesaban una mezcla de respeto y temor.
El afable jefe que rogaba a sus empleados que le llamaran Walt era a la vez el magnate implacable que anunciaba su entrada a la sala de dibujantes gritando: «¡Un ser humano ha entrado en el bosque!». Disney materializó el sueño de transmigrar su alma en una colosal franquicia que continúa generando millones y millones de dólares al cumplir un siglo de existencia.
Un corto disponible en Disney Plus para conmemorar el centenario, 'Érase una vez un estudio', reúne a 543 personajes de más de 85 películas y cortometrajes. Es la abrumadora constatación de la trascendencia en nuestras vidas de la principal empresa de la industria del entretenimiento en el planeta. Ya no es solo que Disney fagocitara el imaginario de Perrault, Grimm, Kipling, Andersen o Carroll, logrando que recordemos a Robin Hood como un zorro, a Pinocho acompañado de un grillo y a Mowgli bailando con un oso.
El logo de Mickey Mouse está detrás de mitos, personajes y franquicias que han formado parte de la cultura popular en el último medio siglo. La compañía inició su expansión en 1996 con la cadena ABC, adquiriendo diez años después a su gran rival, Pixar, pioneros en la animación digital con alma. Después compró Marvel y Lucasfilm. Con el catálogo de Fox englobó bajo su paraguas, entre otros contenidos, 'Star Wars', 'Alien', 'El planeta de los simios', 'Avatar', 'Los Simpson' y, por supuesto, los lucrativos superhéroes de los cómics de Marvel. La razón no era otra que alimentar una plataforma de 'streaming' para luchar contra el dominio de Netflix.
La estrategia de apostar por internet en detrimento de las salas no ha salido exactamente como estaba prevista. En 2022, Disney facturó 82.722 millones de dólares (78.040 millones de euros), un 40% más que en 2018, el mejor año de su historia. Sin embargo, ganó solo 3.145 millones, un 75% menos que cinco años antes. 7.000 trabajadores de una plantilla de 220.000 se han ido a la calle este año y las acciones cotizan a la mitad que en 2021. El negocio televisivo y cinematográfico supone el 63% de los ingresos del gigante, el resto procede de los catorce parques temáticos repartidos en seis resorts en América, Europa y Asia, que empiezan a alcanzar cifras prepandemia, así como de los hoteles, cruceros y 'merchandising'.
Bob Iger, consejero delegado de Disney, es uno de los ejecutivos de Hollywood más populares y mejor pagados. El artífice de convertir un estudio de cine en una marca global contempla ahora cómo apuestas en principio seguras han pinchado en taquilla: 'Lightyear', 'Ant-Man y Avispa: Quantumania', 'La sirenita', 'Elemental' y el último Indiana Jones. La división televisiva también sufre problemas, ya que los espectadores se alejan de la televisión convencional -incluido el canal de deportes ESPN- para abrazar el 'streaming'. Veremos qué pasa con 'Wish, el poder de los deseos', la cinta de dibujos inspirada en el legado musical de la compañía, que llegará a los cines el 24 de noviembre.
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Disney presume de conocer tanto a sus clientes que en los parques temáticos coloca papeleras cada 27 pasos: la distancia media en que se conserva el envoltorio de un caramelo antes de tirarlo. Mickey Mouse, el primer personaje con licencia de la historia, sigue generando un 'merchandising' que la compañía ha llevado a cotas colosales. El universo Disney es el epítome del 'American way of life', iconos perfectos para ser deconstruidos desde la sátira anticapitalista o desde el feminismo, como ocurre con las princesas Disney. Las cintas infantiles con su sello se miran con lupa en su representación de la diversidad racial, la discapacidad o el reflejo de la comunidad LGTBIQ+.
Umberto Eco advirtió que cada atracción de Disney World desemboca en «un supermercado disfrazado, donde compras obsesivamente creyendo que todavía estás jugando». Felicidad y negocio. Y una rentable nostalgia heredada de padres a hijos que continúa alimentando la cultura popular. La magia, de momento, sigue funcionando.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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