¿Dónde estaba Dios?
IGLESIA ·
«La Cruz es la palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo, el mal pasado, el mal presente y el mal futuro»JUSTO GARCIA TURZA
Domingo, 20 de septiembre 2020, 09:30
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«La Cruz es la palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo, el mal pasado, el mal presente y el mal futuro»JUSTO GARCIA TURZA
Domingo, 20 de septiembre 2020, 09:30
¿Dónde estaba Dios allá por los años 1921 al 1953, cuando Stalin en el paraíso de la Unión Soviética metió en fosas comunes, y con toda naturalidad, a tres millones de personas, asesinadas directamente, sin contar a las víctimas de las grandes hambrunas, que fueron nada menos que diez millones? Pues Dios, hecho hombre perfecto y verdadero, estaba en el Huerto de los Olivos horrorizado hasta sudar sangre ante lo que se le venía encima.
¿Dónde estaba Dios cuando en los campos de exterminio nazi fueron gaseados, fusilados, muertos por hambre, quemados vivos en los hornos, varios millones de judíos, miles de gitanos, de homosexuales, de discapacitados, miles de católicos, cientos de curas, frailes y monjas, cuyo delito era sencillamente ser lo que eran? Pues Dios, hecho hombre, estaba cargando a pulso sobre sus hombros un madero con forma de cruz en el que habría de morir desangrado la tarde del Viernes Santo.
¿Dónde estaba Dios en los años de nuestra guerra civil tan horrorosa y traumática, y en las guerras de religión tan inútiles todas ellas, y en los atentados de extrema vileza y crueldad de nuestra particular ETA? Pues Dios, hecho hombre, estaba siendo clavado en la cruz con unos clavos que daba pavor verlos y en medio de las risotadas de la soldadesca y de los mirones y curiosas de siempre, que nunca hacen nada. Allí estaba Dios.
¿Dónde estaba Dios en los atentados de Charlie Hebdó, en los atentados de las Torres Gemelas y en los atentados contra iglesias cristianas en Camerún y en Indonesia? Pues Dios, hecho hombre, estaba siendo levantado a tirones y a golpes, sobre todo en su cabeza cubierta de una irónica corona hecha a base de repugnantes espinos. Allí estaba Dios.
Y Dios estaba encarándose con el mal en la cruz y gritando a su Padre del cielo: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen». Allí estaba Dios.
Y hoy ¿dónde está Dios en todo este tiempo de pandemia en el que están muriendo miles de abuelos y con el personal médico que no da abasto, y con otras pandemias no menos arrasadoras como el aborto y la eutanasia? Pues Dios, hecho hombre, sigue clavado en la cruz, sigue desangrándose en la cruz, hasta el momento en el que gritó «todo se ha cumplido». Y expiró.
La Cruz es la palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo, el mal pasado, el mal presente y el mal futuro. A veces tenemos la impresión, también los creyentes, de que Dios no responde al mal, que Dios permanece en silencio. Y no es así. Dios ha hablado, ha respondido y su respuesta es la Cruz de Cristo.
El papa Francisco ha redondeado esta realidad de una forma muy sugerente que no me resisto a transcribir: «Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado. Si lo rechazo me condeno, no por Él, sino por mí mismo, porque Dios no condena. Él sólo ama y salva». Dios muere en la cruz porque «habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo».
Se crea o no, se acepte o no, la Cruz es la respuesta del cristianismo al mal, un mal que sigue actuando en nosotros, y también a nuestro alrededor.
Todo esto lo estoy trayendo hoy a colación porque el pasado lunes fue la Exaltación de la Santa Cruz, de connotaciones populares de máxima amplitud. A menudo me vienen a la cabeza las palabras de otro gran papa, pronunciadas en un estadio de fútbol, a rebosar de gente joven, en otoño de 1982. Les animó san Juan Pablo II a «no conformarse con la existencia del mal, ni a derrotarlo con meras palabras; hay que derrotarlo haciendo el bien, haciendo cada uno de nosotros las cosas bien». Un reto de suma actualidad siempre.
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