El arqueólogo director de las excavaciones de Contrebia Leucade, el aguilareño José Antonio Hernández Vera, destaca la importancia de los lagares en el yacimiento arqueológico, una estructura presente en la entrada de las viviendas.
–¿Qué destacaría de estas estructuras?
–Con mucha diferencia son los lagares más antiguos de toda La Rioja. Hay dos perfectamente conservados y otros tres que no tienen los elementos completos. Está claro que los habitantes de Contrebia elaboraban sistemáticamente vino. Además de estas estructuras hay también habitaciones destinadas al depósito de grandes dolias.
RESTOS DE TINAJAS EN LAS POZAS
«Un fragmento tiene dos letras ibéricas pertenecientes al idioma que hablaban antes de la conquista romana»
–¿Les ha sorprendido este nuevo hallazgo?
–Teníamos indicios, más o menos, lo que pasa es que no estaba definido. Ahora lo hemos completado y se han documentado todos los elementos.
–Según su explicación, tendrán indicios de más lagares, ¿no?
–Por supuesto que sí. El problema es que, una vez que se identifica uno, y ahora contamos con varios, vemos cuales son las partes que lo integran y en otras zonas, aunque no estén todas las estructuras, podemos deducir la existencia de otros lagares.
–Esto supone un aliciente más para visitar Contrebia.
–Claro. Ya digo que son los más antiguos de La Rioja. En realidad, la ruta del vino debería iniciarse en Contrebia Leucade como origen en la región y después continuar hacia los grandes centros productores.
ELABORACIÓN
«En Contrebia elaboraban sistemáticamente vino. Hay habitaciones destinadas al depósito de grandes dolias»
–¿Qué se conserva de las viviendas de Contrebia?
–La mayor parte de lo que se conserva corresponde a la planta baja de las casas destinada principalmente a cuadras y almacenes. El espacio para las personas estaba en la planta superior.
–¿Qué tipo de preguntas realizan los visitantes cuando acuden al yacimiento?
–Una de las más recurrentes que hacen es cuántos habitantes tenía la ciudad. Es difícil aventurar una cifra porque, aparte de la gente que residía de forma permanente, en momentos de peligro se daba cobijo a una población de núcleos de menores dispersa en un amplio entorno. En función de la densidad del caserío y la optimización del aprovechamiento del espacio urbano, podemos asegurar que estuvo densamente poblada.
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