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Madrid es de esas plazas que siempre aprieta e incluso ahoga ya sea a principios de temporada, San Isidro o cuando está apurando sus últimas horas antes de dar paso a los meses fríos de sosiego. O quizá no. Según la papeleta con la que ... cada uno reciba al invierno, porque los hay tenebrosos. Pasear por Las Ventas, la primera plaza, la cúspide, es lanzar un órdago. Una jugada capaz de hacer temblar el tablero y en la que uno puede volver a la casilla de salida o firmar la carta de vuelta. Madrid es así y tiene el poder; manda y marca. Todos quieren el cetro.
Y en esa búsqueda, la del poder, se encuentra también Diego Urdiales, que vuelve en la tarde de este viernes al coso de la capital para ratificar su posición; será su tercer compromiso en lo que va de año, y lo hace en una fecha clave: 7 de octubre. Aquel día, de aquel mes, de hace cuatro años, descerrajó la puerta grande que le aupó al cielo madrileño. Una tarde histórica por lo que supuso y por lo que significaba. Era su primera puerta grande de Las Ventas para el diestro riojano y le abrió un nuevo horizonte en su carrera.
Esta vez lidiará un encierro de El Pilar, un hierro de procedencia Aldeanueva muy del gusto del torero de Arnedo. Trenzará el paseíllo junto a los diestros sevillanos Juan Ortega y Pablo Aguado, dos jóvenes con un toreo muy marcado, de línea clásica, muy barroco y natural. La tarde dará comienzo a las 18.00 horas.
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